Corporación PROA junto a trabajadores de Komatsu con sus correspondientes familias, asistieron el pasado sábado a la tradicional actividad la cual, desde hace 25 años, mantiene limpia la escultura de Mario Irarrázabal.

En la oportunidad, además de hermosear la tradicional obra, se limpió el perímetro aledaño el cual contenía restos de basura, en especial colillas de cigarros y materiales plásticos que dejan los turistas que año a año visitan la “Mano del Desierto”.

ORPRESAS

Pamela Ramírez, directora ejecutiva de PROA, mencionó que causó asombro que este año la escultura no tuviera tantos daños como el 2014 en el que los rayados llegaban hasta la falange de la mano y el 2015 en el que se encontró un forado en la estructura de ferrocemento.

“El mensaje de estos años que hemos transmito a cuidarla a dado resultado ya que no cuenta con grandes rayados ni menos signos de vandalismo en este referente cultural tan importante para la comunidad antofagastina”, destacó la periodista agregando que, a pesar de no contar con grandes daños, es necesario mantenerla anualmente.

Waldo Leiva, gerente zonal de Komatsu, dijo que esta actividad generada con PROA nos deja muy contentos con la participación de sus colaboradores y sus familias en las que cerca de 60 personas colaboraron en la tradicional limpieza de la organización sin fines de lucro.

En la oportunidad, además de no encontrar mayores daños los cuales fueron reparados inmediatamente por el grupo de voluntarios, se acentuó la importancia que tiene la mano con la identidad regional según las personas que participaron de la actividad.

HISTORIA

La “Mano del Desierto” fue inaugurada en marzo de 1992. La escultura de Mario Irarrázabal recibió en aquella oportunidad las llaves de la ciudad por parte del exalcalde Floreal Recabarren y este 2017, en su aniversario 25, se realizó una fiesta multicultural en la misma escultura. El artista plástico en su oportunidad manifestó que la obra no lo hizo él, “lo hicieron los antofagastinos”.