CULTURAVisto 7551 veces — 04 octubre 2021

Académicos de la UCN analizaron el exiguo intento de colonización nipona que se intentó primero en el norte durante la fiebre del salitre, y después en el sur del país.

Cuando Chile vivía una bonanza económica producto de su ingente producción de salitre a inicios del siglo pasado, Japón, país que producto de una reforma dejaba atrás su pasado agrario y feudal para transformarse en una potencia mundial, vio en Chile y los países latinoamericanos una buena instancia para extender su zona de influencia.

Son estas materias las que aborda el estudio “Diplomacia y Migración Japonesa en Chile: del proyecto salitrero, a la tentativa de colonización en el sur”, el cual centró su foco de análisis en el espacio de 1913 (un año antes del estallido de la Primera Guerra Mundial) a 1930 (año del debacle del auge salitrero en Chile).

El texto fue desarrollado por el investigador y académico de la Universidad Católica del Norte (UCN), José Antonio González; y los académicos de la misma universidad, Claudio Llanos, Baldomero Estrada y Marcelo Lufin.

PRIMERA ETAPA

Al respecto, José Antonio González expone que las primeras relaciones del oriente con el país se dieron a través de los inmigrantes chinos, quienes estaban asentados en Tarapacá previo a la Guerra del Pacífico, siendo esta una de las nacionalidades con más presencia en la zona. “Todos estos ciudadanos chinos que llegaban a la región eran transportados a través de barcos japoneses. Ahora, hay un elemento de prejuicio sobre la parte étnica asiática, apoyado por las ideas racistas que surgen en Europa con el darwinismo social, donde se consideraba a los asiáticos como razas inferiores degenerativas, y que supuestamente no se podían acomodar a la superioridad blanca”, explica el experto.

El texto pone de manifiesto que las relaciones diplomáticas formales entre Chile y Japón fueron celebradas en septiembre de 1897, siendo en una primera instancia netamente comercial. También se hace énfasis que los nipones tenían más presencia en países como Perú, Brasil y México.

“Recordemos que Japón se había transformado desde un país estrictamente rural con el shogunato, a uno totalmente moderno a partir de 1870. Además, concertó logros militares contra China a finales del siglo XIX; contra Rusia en 1905; había conquistado Corea en 1910; se habían anexionado la isla de Taiwán; y finalmente había atacado nuevamente a China. También participó en la Primera Guerra Mundial a favor de los aliados y contra Alemania, y eso lo transformó en una potencia militar e industrial”, contextualiza el académico.

SALITRERAS JAPONESAS

González enfatiza que Japón expandió su influencia por el mundo principalmente por una necesidad territorial, motivo por el cual el inmigrante nipón de inicios del siglo pasado no era una persona que buscara arraigo en países extranjeros, sino trabajar lo necesario, crear capital y regresar a su tierra. No obstante, se plantearon ideas como por ejemplo, la creación de oficinas salitreras administradas y trabajadas por ciudadanos nipones.

“En Chile hubo una poca visibilidad de la población japonesa, no pasaron más allá de 500 japoneses, de los que había hacia 1920, y de los cuales, la mitad vivía en el norte, en Antofagasta, fundamentalmente, y en Tarapacá. Es aquí donde se van a plantear algunas políticas que fecundan precisamente a reservar, como puede ser hacer grandes inversiones de capital en la industria salitrera para competir, precisamente, contra los ingleses, y también rivalizar con la llegada hacia 1912 de los norteamericanos hacia Chuquicamata”, explica González.

Agrega que “lo que plantean es hacer estas inversiones, comprar un campamento minero, exclusivamente japonés, regulado por japoneses, y lo que pedían ellos, era que Chile les garantizara el reconocimiento a derechos civiles a todas las franquicias de esta colonia, cosa por la que Chile no estuvo de acuerdo, porque todos tenían que responder precisamente a la misma realidad de los derechos que estaban establecidos en la Constitución”, detalla.

COLONIZACIÓN EN EL SUR

Por último, el texto aborda el intento nipón por colonizar el sur de Chile, destacando que la región de Valparaíso atrajo a un significativo segmento de japoneses, que se incrementará después de la crisis salitrera de 1930, pero sin llegar a superar las mil personas. “Hubo otra tentativa de poder colonizar el sur de Chile, fundamentalmente todo lo que era la piscicultura, el trabajo forestal, incluso de algunas cosas agrícolas, en donde los japoneses tenían expertise, muy buena tecnología. Pero hubo sospechas del Gobierno chileno en que, por un lado, el proceso de colonización en el tramo sur se había detenido, y que llegaran los japoneses a ese extremo los iban a poner en una situación un poco complicada, porque se trataba de una potencia, con la cual algunas diferencias iban a encontrar su respuesta en que Japón tenía unas grandes flotas navales, y por consiguiente, una presencia también comercial”, detalla González.

Por ende, según explica, quedó una sensación (cuando se hizo una encuesta a los empresarios chilenos) de que no era conveniente esta colonización, porque existía un prejuicio racial y, por consiguiente, no era muy conveniente llevar a cabo esta política. “Al final, los japoneses no tuvieron grandes inversiones en Chile, tampoco desarrollaron como los chinos una actividad comercial significativa. Los nipones normalmente se quedaron con algunos trabajos menores, a nivel de comerciantes y peluqueros y de ahí que es una inmigración poco visible, salvo en el caso del norte, donde tenían estas actividades de negocios muy inferiores frente a los chinos, que tienen almacenes de abarrotes, carnicerías, etcétera”, concluye González.

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