SALUDVisto 2033 veces — 22 agosto 2016

Agosto es el mes del corazón y la clave para cuidarlo es seguir una alimentación saludable. La dificultad de esto es saber en qué consiste una dieta adecuada para proteger la salud cardiovascular, afirma la norteamericana experta en nutrición de Herbalife, Susan Bowerman. “La ciencia está en constante movimiento y con su evolución cambian las recomendaciones alimenticias que debemos llevar para cuidar este tan importante órgano”.

El acelerado ritmo de los avances y estudios en esta área causan desinformación sobre que directrices seguir, generando así que no se diferencie entre realidad y ficción. A continuación, Bowerman aclara algunos de los mitos más comunes sobre la dieta y su relación con las enfermedades cardiovasculares, principal causa de muerte en todo el mundo según la Organización Mundial de la Salud.

Mientras menos grasa, mejor: FALSO

Hace algunos años se creía que el mejor aliado para reducir el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares era una dieta muy baja en grasas. Hoy, los expertos recomiendan un patrón de alimentación lo más parecido posible al mediterráneo. Éste le da mucha importancia al consumo de verduras, frutas, granos enteros y a los alimentos que entregan grasas saludables al corazón como los mariscos, nueces y aceite de oliva –que aporta grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas que ayudan a mantener saludables los niveles de ésta en la sangre -.

La segunda razón por la que no es buena idea eliminar el consumo de grasas es que cuando éstas se eliminan de algunos productos usualmente son reemplazadas por carbohidratos refinados. Los productores de éstos las cambian con una cantidad similar de azúcar o almidón, lo que no resulta para nada beneficioso para la salud.

Saludable sinónimo de desabrido: FALSO

Mucha gente cree incorrectamente que una pauta alimentaria amigable para el corazón no tiene ni sal ni grasas y por lo tanto tampoco sabor.

Sin embrago, una alimentación saludable debe incluir pequeñas cantidades de grasas buenas, las que entregan sabor a las comidas. No hay nada de malo agregar palta molida sobre una tostada de pan integral, nueces a una fresca ensalada o aliñar un sabroso tomate con aceite de oliva.

El consumo de sodio es el segundo punto a tratar y hay que entender un concepto clave: la mayoría de la sal que comemos proviene de la comida procesada, no del salero. Las cantidades medidas de este elemento no son problemáticas y usar otros elementos para aliñar como las especias, cebollas, ajo y cítricos es el antídoto perfecto para lo insípido.

Las grasas saturadas no son tan malas: FALSO

Ha habido mucha controversia sobre este tema ya que algunos reportes en la literatura médica afirmaban que estas podrían no ser tan dañinas. Sin embargo, estos estudios fueron desacreditados ya que su análisis de datos era defectuoso y las conclusiones engañosas. La evidencia apunta a que la relación entre el consumo alto de grasas saturadas y las enfermedades coronarias es real. Las recomendaciones actuales siguen siendo que se reduzca su consumo y reemplazarlas por fuentes saludables de ellas.

Para bajar el colesterol no hay que comerlo: FALSO

La mayor parte del colesterol no proviene de los alimentos, está en la sangre, es producido por el hígado. Lo anterior no quiere decir que los alimentos altos en este elemento sean de libre consumo; muchos de éstos como el tocino, queso, helado y embutidos son altos en grasa saturadas y en calorías.

El chocolate es saludable: FALSO

El chocolate está hecho de granos de cacao, los que contienen fitonutrientes llamados flavonoides, un compuesto natural que ayuda a mantener la presión sanguínea y a mejorar el flujo al corazón. Pero no todos tienen estos elementos en altas concentraciones ya que éste decae a medida que el cacao es procesado -mientras más azúcar, leche y otros ingredientes tiene el chocolate, menos flavonoides posee-.

Generalmente el chocolate amargo tiene más flavonoides que el chocolate de leche, pero hay otras formas de consumirlos sin la grasa, azúcar y calorías que el chocolate típicamente tiene. Las berries, manzanas, nueces, cebollas y té son buenas fuentes. Si decides consumirlo hazlo porque te gusta el sabor, no porque crees que así prevendrás las enfermedades cardiovasculares.

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