SALUDVisto 3878 veces — 29 enero 2019

El Sol es la mayor fuente de energía para muchos procesos que ocurren en la naturaleza y también es vital para nosotros. De hecho, solo unos minutos de exposición a la luz del día, gracias a la radiación ultravioleta (UV), es altamente positivo para nuestro organismo. Pero es importante tener presente que también puede ser causante de diferentes tipos de daños en nuestro cuerpo, como por ejemplo generar quemaduras, envejecimiento prematuro de nuestra piel y desencadenar algo tan terrible como el cáncer de piel.

Más allá de la luz visible

A comienzo del siglo XIX, se descubrió que el Sol, además de la luz visible que percibimos con nuestros ojos, emite una radiación “invisible” de longitud de onda más corta que el azul y el violeta. Esta banda fue llamada “ultravioleta” abreviado simplemente como UV. Tal y como lo mencionamos en un artículo anterior (si te lo perdiste encuéntralo aquí), la radiación UV se divide en tres bandas: UV-A, UV-B y UV-C. Cada una de ellas tiene características que son importantes a considerar.

Tres tipos de radiación UV, una decena de problemas

Los rayos UV se categorizan por su longitud de onda. Mientras más energética sea la radiación menor es la longitud de onda que posee. La radiación UV-A es de onda larga (320-400 nanómetros) así que es la menos energética de todas y del total que emite el sol, casi toda (95%) llega a la superficie terrestre. Está presente durante todo el año e incluso en días nublados. Esta tiene la capacidad de atravesar vidrios (ventanas, parabrisas) y la ropa ligera. Prácticamente no sentimos su efecto en nuestra piel y penetra hasta la capa más profunda de la dermis, provocado una serie de enfermedades.

Un pequeño porcentaje (5%) de rayos ultravioletas que llegan a la Tierra corresponden a UV-B. Su longitud de onda media (280-320 nanómetros) penetra nuestra piel hasta la epidermis (capa inferior a la dermis). Es absorbida en gran parte por la capa de ozono y nubes, y varía considerablemente entre diferentes estaciones del año. La radiación UV-B es la única capaz de estimular la vitamina D en el organismo, no obstante, y pese a su gran aporte, estas ondas electromagnéticas se consideran como “radiación de quemaduras”, capaces de producir reacciones alérgicas, suprimir el sistema inmune y provocar cáncer de piel en el largo plazo, al igual que los rayos UV-A.

Como se imaginarán, dejamos el más peligroso para el último: los rayos UV-C, correspondiente a los de onda corta (200 y 280 nanómetros), y -afortunadamente- son absorbidos en su totalidad por la capa de ozono. En caso contrario, la vida terrestre no sería posible debido a que su carga energética es mayor al tipo A y B es capaz de afectar directamente a las células y el ADN.

Cómo andamos por casa

Según información de la Sociedad Chilena de Dermatología, en el país, mueren 237 personas anualmente por cáncer a la piel. Hay estudios que indican que 10 de cada 100 mil chilenos padece esta patología, la que va en un aumento de forma imparable. Durante el período 2010-2015 se registró un aumento de casos de cáncer de piel en nuestro país del 20%, afectando principalmente a personas mayores y siendo la Región de Antofagasta donde existe mayor cantidad de gente que la padece.

¡Y claro! Si es en el norte de nuestro país donde más energía solar se recibe. En el mapa se observa en tonos rojos las ciudades que más radiación total reciben durante gran parte del año, lo que conlleva a riesgos extremos para la salud de la población puesto que los niveles de radiación UV-B son mayores también allí. Hacia el sur los valores se tornan más moderados y en Magallanes se alcanza un mínimo, lo que también puede provocar problemas puesto que se puede producir déficit de vitamina D.

Frente a este aumento rampante de problemas relacionados a la radiación UV, las autoridades han tomado diversas medidas focalizando el esfuerzo en aquellas personas que están obligados a convivir con la radiación solar de manera constante. Particularmente quienes trabajan al aire libre durante las horas de mayor riesgo (en empresas mineras, temporeros/as, deportistas, carabineros de tránsito, jardineros, carteros, entre otros).

Desde el año 2006 existe una ley que obliga a las instituciones y empresas a prevenir la radiación UV en los trabajos. Además, en el artículo N°18 de esta ley se indica a la Dirección Meteorológica de Chile como la institución oficial encargada de entregar la información acerca del pronóstico de Índice Ultravioleta, realizado diariamente sus nuestros meteorólogos.

Dime de que color es tu piel y te diré que tipo de riesgo corres

Las personas de piel blanca tienen mucho más riesgo de desarrollar cáncer a la piel debido a su gran sensibilidad a la radiación. Esta sensibilidad se puede determinar a simple vista, ya que basta con fijarse cuál es la tendencia al broncearse, si la piel se pone muy roja al estar expuesto a la radiación solar, se es más vulnerable.

Existen seis tipos de piel (según la clasificación existente) siendo la I y II las más blancas y las V y VI las más oscuras. Por supuesto, las pieles más blancas son más sensibles y la que corren mayor riesgo. Según estudios de la Universidad de Chile, el 36% de los chilenos poseen un color de piel “intermedio” (categoría III y IV), que se caracteriza por sufrir un bronceado gradual y niveles peligro un poco menores que la piel de tonalidad muy blanca. Las pieles de tonos más oscuras (categoría V y VI) corresponden a las de color café donde el sol sólo acentúa el tono.

Cada uno de nosotros puede realizarse “el autoexamen de la piel”, con el fin de poder evidenciar algún cambio notorio en la piel. Los lunares que cambian de color (dos tonalidades) y aumentan de tamaño o se elevan bruscamente, deben ser signos de alarma. Picazón, sangramiento o presencia constante de costras porque la lesión no cicatriza bien, son signos de la presencia de cáncer en la piel. El autoexamen debe hacerse al menos 1 vez al mes, con ayuda de un espejo.

Sin embargo, al momento de autoexaminarse es importante que se tenga en cuenta algunos mitos que la población ha llevado a lo largo de los años, especialmente en nuestro país.

Como los efectos de la radiación UV son en buena medida acumulativos y además muchos de ellos han sido normalizados (como el exponerse al sol en pleno mediodía), cuidar nuestra salud es una tarea que debemos realizar individualmente, puesto que los rayos UV están presente todo el año, incluso en invierno, haciendo extremadamente necesario proteger nuestra piel para no padecer sus efectos nocivos. Ahora que el verano se acerca a pasos agigantados, esperamos que lo disfrutes al máximo pero siempre con el mayor de los cuidados. ¡Cuida tu salud!

Escrito por: Juan Crespo. Editor: Manuel Olivares. Periodista: Paz Galindo.

Dirección Meteorológica de Chile

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