Una inversión cercana a los 8 millones de pesos que viene aliviar las labores agrícolas de los trabajos culturales de arado, desmalezado y preparación del suelo.

Dedicarse a la agricultura en una región eminentemente minera y así otorgar mejores oportunidades a sus familias y poder desarrollar un negocio que permanentemente le proporcione ingresos es lo que buscan algunos agricultores de Caspana. Así, lo espera Ignacio Colamar que diariamente trabaja sus ancestrales terrazas con diferentes hortalizas y hierbas medicinales que todos los miércoles ofrece en la Feria Modelo del centro de Calama.

Él al igual que una decena de agricultores de la localidad altiplánica hallada en una hermosa quebrada cerca de 3 mil trescientos m.s.n.m., se fortalecen como pequeños productores, recibiendo modernas maquinarias que le facilitarán sus labores. Se trata de seis motocultores, dos motobombas y un triturador que ahorrarán tiempo y mano de obra en sus terrenos, facilitando el arado, la conducción de las aguas y la elaboración de harinas.

La directora (T) de INDAP Región de Antofagasta, Jannette Araya Villarroel, expresó que “Caspana es una comunidad que posee un número importante de agricultores que venden gran parte de la producción a las principales ferias de la comuna”. La autoridad del agro enfatizó que “nosotros como INDAP trabajamos con ellos para desarrollar el potencial de cada uno de los rubros que cultivan para generar un atractivo económico y así una menor migración a las ciudades”.

Durante estos últimos meses las diferentes localidades del interior, como la parte rural de Calama se encuentran preparando sus suelos para sembrar y cultivar los productos que durante este verano estarán en las ferias y mercados de la ciudad. Esta maquinaria entregada vendrá a apoyar estos trabajos, reportando de manera inmediata una utilidad que a pocos meses verán reflejada en sus bolsillos.

Un esfuerzo que desarrolla INDAP y sus equipos profesionales apostados en diferentes puntos de la Región de Antofagasta para acercar estos productos de primera necesidad para el pequeño productor de los pueblos originarios. Una manera de romper con la cadena de vulnerabilidad en la que están inmersos, lejos de todo, conservando las costumbres y tradiciones que marcaron la historia de Chile en el norte del país.