Sin categoríaVisto 4385 veces — 15 marzo 2016

“Los Dioses del fuego se alinean en contra de Antofagasta para tratar de dar vida al incendio perfecto…Pero allí están los hombres del fuego con su lema salvad y apagar para evitarlo”

Así como en la película “La tormenta perfecta”, donde los factores climáticos se confabulan en contra de una modesta goleta pesquera que termina hundida en las profundidades del mar y de paso con ello enviando a todos sus valientes tripulantes al fondo del océano. Así también en nuestra ciudad se están “alineando” una serie de factores constructivos para que se desate un incendio perfecto en los planos más altos de Antofagasta, todos ellos ocupados hoy en día por improvisadas y combustibles casas de material ligero, altamente inflamables que por lo precario de su construcción y la ilegalidad en muchos de sus servicios no cumplen con la más minina seguridad y protección en caso de incendio para sus ocupantes muchos de ellos niños y familias jóvenes de inmigrantes.

Históricamente Antofagasta es una ciudad de inmigrantes que se ha hecho a sí misma, sin permiso de urbanistas ni arquitectos en tomas heroicas y clandestinas de sacrificado comienzo, ganándole desde sus inicios al desierto, al centralismo y a los incendios dantescos que nos arrasaron durante el siglo XIX y XX el casco central de la ciudad debido al trabajo eficiente y mancomunado de los bomberos de Antofagasta y a toda la comunidad en su conjunto que siempre se dio a la tarea colectiva de extinguir los incendios y por supuesto a sus autoridades que tomaron las medidas para combatirlos generando una red de pozos de mar y grifos alimentados de grandes estanques ubicados en las partes más altas de la pequeña ciudad.

El fuego es compañía permanente para las casas del desierto, ya en el incendio del campamento “Aurora Esperanza” que dejo 12 viviendas destruidas y 40 damnificadas en la población René Schneider de Antofagasta en Octubre del 2013 y el incendio de noviembre del 2014 en el campamento “Luz Divina II” ubicado en el sector de la chimba en que el fuego devoro una manzana completa, convirtiendo todo a su paso en cenizas y escombros, con 32 viviendas calcinadas, 40 familias afectadas y con un total de 200 personas damnificadas más dos bomberos lesionados producto del arduo trabajo en la difícil geografía sector. Entregaron a los bomberos viejos las primeras luces de alerta que tragedias mayores a esta pueden producirse en la ciudad y esta vez en una combinación perfecta de elementos que dificulten su extinción. Durante el año pasado al menos cinco incendios en campamentos fueron sofocados a tiempo por la oportuna intervención de Bomberos que lograron llegar con sus carros al lugar del incendio.

La geografía del terreno que dificulta incluso el acceso de personas, lo angosto y la pendiente de las calles y pasajes que hacen imposible la subida de los pesados carros bombas o camiones aljibes a los lugares más altos de los campamentos en caso de emergencia. La falta de grifos, estanques, cisternas o cualquier elemento de almacenamiento de agua para combatir incendios en los lugares más altos de los terrenos. La sobrecarga de conexiones eléctricas fuera de norma y sin medidas de seguridad, algunas derechamente en la ilegalidad, más el tiempo en que el consumo de energía aumenta por la llegada del invierno. El uso de velas, braceros, parrillas como forma de iluminación, calefacción o cocina hacen que se están dando los elementos para un incendio de grandes proporciones en donde la vida de muchas personas estará en peligro. Ya ha quedado demostrado por lo que ha pasado en otras ciudades puertos de Chile lo difícil que es para bomberos extinguir las llamas y evitar su propagación a las casas y manzanas vecinas de idéntica construcción en este tipo de improvisadas zonas urbanísticas.

Finalmente y Dios no lo quiera, que no nos sorpréndanos entonces cuando una noche de estas se ilumine el cielo de Antofagasta con “un rojo manchón de dolor”…… y que no se diga que el fuego no ha dado señales y la alerta de los viejos bomberos.

Ricardo Rabanal Bustos

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