SALUDVisto 4363 veces — 25 septiembre 2016

Un nuevo trastorno alimentario fue abordado por especialistas en el último Congreso de la Sociedad para la Salud y Medicina del Adolescente de Estados Unidos (SAHM). Se trata de una alteración en la conducta alimentaria, una que no cuenta calorías, que no induce al vómito, que margina comidas por su olor o textura, que sólo selecciona uno o dos alimentos como fuente de alimentación y que provoca el aislamiento social y la desnutrición de los jóvenes que la padecen.

ARFID, por su sigla en inglés de Avoidant/Restrictive Food Intake Disorder o Trastorno de Evitación/Restricción de la Ingestión de Alimentos, se caracteriza por elegir comer permanentemente, única y exclusivamente ciertos alimentos provocando que no se alcancen los niveles necesarios nutricionales y de energía para el buen funcionamiento del organismo, asegura la SAHM.

La pediatra especialista en adolescencia y trastornos alimentarios de la Clínica Las Condes, Verónica Gaete, afirma que quienes sufren de esta enfermedad se pueden agrupar en tres grupos: quienes no comen lo suficiente y muestran escaso interés en alimentarse; quienes sólo aceptan una dieta limitada en relación a características sensoriales y finalmente, quienes rechazan alimentos por experiencias aversivas pasadas, por ejemplo, haberse asfixiado o vomitado al comer ciertos alimentos.

¿Niños mañosos o enfermos?

Hasta un 10% de los lactantes o preescolares mañosos para comer permanecen con problemas crónicos de alimentación a medida que crecen. “Es dentro de este último porcentaje que se encuentran los pacientes con ARFID, donde el impacto nutricional o psicosocial es muy intenso y necesita tratamiento para superarse”, asegura la pediatra especialista en adolescentes de la Corporación SerJoven, Francisca Corona.

Entre un 25 y 50% de los lactantes y preescolares tienen algún grado de dificultad con la alimentación, explica Corona, quien asegura que durante estas edades es común comer selectivamente. Esta elección se basa en el rechazo de ciertos alimentos por su textura, consistencia, color, olor o la sensación que les provoca. “El peak de la neofobia –el rechazo a los alimentos nuevos- es de los 2 a los 6 años y disminuye gradualmente con el tiempo. En niños de edad mayor a la preescolar los porcentajes bajan entre el 7 al 27% y si bien la mayoría de los niños superan los problemas hasta un 10% permanecen con problemas crónicos de alimentación.”

La doctora Corona asegura que para evaluar el impacto y saber si se está frente a alguien con un ARFID o simplemente mañoso hay que preguntarse si la ingesta alimentaria es nutricionalmente suficiente y si cubre las necesidades para mantener el crecimiento y el desarrollo; si el problema ha tenido un impacto negativo en el desarrollo social o emocional; y finalmente si es que éste ha tenido un impacto negativo en el funcionamiento familiar.

Si bien aún no hay cifras ni estudios oficiales sobre esta patología a nivel mundial, en nuestro país los especialistas la identifican cada vez con más frecuencia en sus consultas, sumándose así a los más de 500 mil jóvenes de entre 14 y 30 años que sufren de anorexia o bulimia, según cifras del Colegio Médico de Chile.

Consecuencias del ARFID

Las consecuencias de esta enfermedad van desde la pérdida de peso; un funcionamiento social significativamente comprometido; la dependencia nutricional a suplementos alimentarios e incluso llegar hasta usar métodos alternativos de ingesta como la alimentación a través de una sonda nasogástrica.

La doctora Gaete, explica que dentro de las alteraciones en la actividad social se encuentra el no poder comer en casas de amigos, en restaurantes, en situaciones públicas en general por temor a exponer sus limitaciones frente a los demás o por no querer estar en escenarios en los que no estarán disponibles los pocos alimentos que si comen. “En algunos casos incluso el rendimiento escolar de quienes sufren de ARFID disminuye ya que se demoran tanto rato en comer que no alcanzan a hacer las tareas”.

Diferencias con otros Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA)

Las características que diferencian a un ARFID con una alteración típica como la anorexia, bulimia o trastorno por atracón son:

1. Imagen corporal: mientras los pacientes con un trastorno alimentario tradicional sufren de alteraciones a su imagen corporal y/o sobreevaluación de su peso y figura, los ARFID no lo hacen, es más, suelen reconocerse delgados, explica Francisca Corona.

2. Razón para no comer: quienes sufren de un TCA típico utilizan el no comer como herramienta para controlar el peso, mientas quienes sufren ARFID evitan ciertas comidas por razones específicas como que les producen náuseas, temor a atorarse o vomitar o bien no les atrae el gusto o la textura.

3. La calidad del alimento: un paciente con ARFID no se fijará en el aporte calórico de una comida, explica la doctora Verónica Gaete. “Habitualmente seleccionan los alimentos más procesados, grasos e incluso seguirán una marca en particular para evitar características sensoriales desagradables”. Por otro lado, quien sufre de anorexia o bulimia preferirá los alimentos que consideran “buenos o saludables” basados en su escaso aporte calórico prefiriendo frutas y verduras, alimentos que quienes sufren de ARFID evitan a toda costa.

4. Edad en la que afecta: el nuevo diagnóstico se presenta en pacientes más jóvenes que los TCA típicos. Según una publicación de la Asociación Americana de Psiquiatría, la anorexia tiene como edad promedio los 15,6 años, la bulimia los 16,5, mientras que el ARFID se manifiesta predominante a los 12,9 años.

5. Sexo: la enfermedad afecta a un mayor porcentaje de hombres que el resto de los TCA donde sólo uno de cada diez casos afecta a un varón.

6. Relación con ansiedad y depresión: es más frecuente que los pacientes con ARFID sufran de ansiedad y menos depresión que los pacientes con otros tipos de TCA.

7. Otras condiciones médicas: hay más incidencia de otras enfermedades como el reflujo gastroesofágico o alergias alimentarias que con trastornos alimentarios típicos.

Hoy no existe consenso sobre cómo tratar a un joven con ARFID. Los tratamientos se encuentran en estudio y se están desarrollando en dos grandes líneas: la terapia para trastornos ansiosos o terapia de exposición y la terapia familiar, asegura la doctora Gaete.

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