CORE CRÓNICAVisto 4907 veces — 17 octubre 2023

Soffia fue elegida el 2022 como la primera mujer presidenta en la historia de la Asociación de Industriales de Mejillones, un cargo crucial en un directorio y gremio altamente masculino, así mismo actualmente se desempeña como jefa de asuntos corporativos para la zona norte en ENGIE, en donde se ha dedicado por años a la vinculación, la sustentabilidad, a poner sobre la mesa la empatía, el trabajo duro y el relacionamiento con las comunidades.

Pero Soffia es muchísimo más que un título, es más que su trayectoria, es también mujer, madre, es un cúmulo de experiencias y de sueños, que pese a su larga trayectoria la siguen motivando a dar lo mejor de sí misma.

 ¿Quién es Soffia? ¿Cómo se describe?

Ay… Soffia es mamá, un poco loca de vez en cuando, siempre gusta de tirarse a la piscina sin ver si hay agua, pero hasta el día de hoy, con la guía y el apoyo de mi familia, siempre he salido nadando. Yo creo que soy una persona muy estudiosa, siempre pensé que en realidad yo no sabía nada y que había que llenar el envase, y en ese sentido, cada vez que tomo desafíos, trato de hacerlo con una mirada desde el aprendizaje, pero no solo el aprendizaje duro, sino también el personal.

Creo que es una metodología que me ha funcionado en la vida y que me gustaría transmitir. Siento que la empatía y lo que las personas buscan, hoy con tanta inmediatez, se pierde, se diluye. Hoy soy una mamá que trabaja, trabaja mucho. Que le gusta lo que hace, que está enamorada de su familia, de su esposo, de su hijo y su perro, y que lo que quiere es simplemente vivir el día a día feliz. Sin tremendas metas, sin tremendas imposiciones, pero entregándolo todo en el desafío que tome.

Usted está inserta en el mundo energético, y además en el mundo industrial, lidero la Asociación de Industriales de Mejillones, en su experiencia ¿Cuáles son los desafíos que tienen las mujeres en este mundo? Las mujeres han ido entrando, se está fomentando que estudien por ejemplo carreras STEM, pero desde adentro ¿Cómo es?

Yo entré a la Asociación de Industriales de Mejillones hace 7 años más o menos, que a estas alturas uno dice “Uf, tanto tiempo”, pero esto es como una guagua, le tomas un cariño impresionante. Ser parte de un directorio nunca es fácil, menos con un gremio que tiene tantos rubros que representar y en donde se hace difícil tener una voz común, ideas o desafíos comunes. Nosotros lo primero que hicimos fue pedir una asesoría y decir “Oye ¿Qué nos une?”, y empezamos a buscar. Lo más lógico es que nos une la comuna de Mejillones, que es la comuna que nos acoge a todos y desde un punto gremial, que es muy difícil, empezamos a buscar la sustentabilidad del barrio industrial.

No vivimos en la comuna, pero sí al lado, y tenemos que estar pendiente de sus necesidades, de su gente, de su empleabilidad, desarrollo, conexión y no necesariamente con el barrio industrial, porque no puedes obligar a todo el mundo a depender de un barrio. Yo para entender la línea tuve que hacer un MBA, así pude entender las cabezas de los ingenieros. Cuando tú estás en un gremio es difícil crearte ese espacio de servicio a través de una entidad o una institución, pero comenzamos a hablar de los dolores propios de los socios, pero tuvo la gracia de también volcarse a ver los dolores de la comunidad, y trabajar con ella para ver qué queríamos hacer en conjunto.

Hoy en día estamos en un minuto distinto, en el que entendemos que Mejillones necesita más que un barrio, necesita seguir floreciendo, siendo Mejillones un atractivo turístico, porque hay cosas que lo hacen ser una maravilla de la naturaleza. Tenemos una mirada común por Mejillones, el haber ingresado por ejemplo a la comisión de Turismo Regional, participar de ella, el haber llevado por primera vez a Mejillones a la Exponor, y desde un punto de vista más natural, y creo que uno de los primeros pasos más evidentes como grupo de empresas, representantes de un barrio industrial, era crecer o hacer crecer a Mejillones, en sus rutas de trekking, en todo lo que tiene que ver con el mar, los cetáceos, la vida marina, una serie de paisajes escondidos. Hay que descubrir Mejillones y queremos ser protagonistas de eso.

Ahora recién hablábamos de este mundo técnico que tiene la AIM también, en que se juntan distintos gremios, distintas áreas productivas. ¿Cómo fue este ingreso a un mundo que igual es ajeno al periodismo que uno ve en el día a día? O sea, una cosa es el periodismo corporativo, pero esto en específico debe ser súper técnico, me imagino.

Bueno, como decía una profesora que yo tuve, un periodista tiene que saber de todo con un palmo de profundidad. Creo que es la frase más sabia que se me quedó grabada, no era mi profesora más querida, pero me marcó esa frase porque en el fondo creo que lo que a mí me permitió comprender mucho mejor estos cinco rubros fue eso, tener la capacidad de aprender de ellos con mucha mayor facilidad que el promedio que se especializa en una sola cosa.

Yo siento que al parecer tengo la tendencia a meterme en la pata de los caballos, en entrar a los mundos masculinizados. Yo estuve 10-11 años en el Ejército como periodista de los generales acá de la Primera División. No fue un mundo fácil, pero ahí yo entré a llevar un área que tenía que ver las Relaciones Institucionales y con las comunidades, sobre todo a raíz de las grandes tragedias de esta región, a mí me tocaron los aluviones, algunos terremotos, algunas cosas sumamente duras, donde más allá del momento vi florecer lo mejor de las personas.

Cuando tú tienes esa experiencia y la capitalizas para llegar a un mundo corporativo de comunicaciones, de sostenibilidad, puedes ir mutando. Yo fui mutando de a poco desde las comunicaciones hacia relacionamiento institucional, el relacionamiento comunitario. Comprendí que en todos los estratos tú puedes dejar una huella y trabajar por el bien común, a pesar de que todos tengan sus propios idiomas; yo aprendí de logística, química, de minería, de electricidad, pero también entendiendo que los periodistas lo que hacemos es traducirles a las personas, dentro de lo cotidiano, las cosas más técnicas y más complejas todavía, pues recostarnos reportarnos astronomía un signo y siempre tienes que aprender, siempre tienes que ir adquiriendo conocimiento nuevo.

Y la gracia es que en este mundo industrializado, en este Antofagasta y en este Chile que está demandando una transformación, una carbono neutralidad, procesos industriales nuevos, pero que entiende cuáles son los nortes de cada uno de estos procesos, es que los cambios se van adaptando. Y como te digo, en una asociación como esta todos comprendemos que tenemos que dar y hacer lo mejor, tu liderazgo se vuelve incluso más relevante porque hablas un idioma que es distinto al técnico, y que aglutina y permea hacia afuera, y que permite hacer realidad el trabajo que buscaba la AIM. Yo creo que a lo largo de estos tres o cuatro años logramos salir hacia afuera, podemos empatizar mucho mejor, tal vez concretar nuestra visión de aporte al desarrollo de energía, y eso lo pudimos hacer porque pudimos entender que algo teníamos que hacer aquí.

Preguntar igual por este liderazgo femenino inserto en un mundo muy masculino, lo hablábamos antes, el mundo de la AIM, el mundo energético, el mundo militar ¿Cómo ha sido trabajar en un mundo en el que de repente, las visiones desde lo biológico, la forma de pensar, la forma de expresarse es distinto entre hombres y mujeres?

Desde algo tan básico como lo biológico, cuando vas a terreno y no es tan sencillo para ti ir al baño (Ríe) Pero como también te dije, a mí me gusta tirarme a las piscinas sin saber si tienen agua, y creo que eso te permite saber cómo quieres crecer en este mundo, qué es lo que quieres hacer. En el Ejército no es fácil, están las jerarquías y todo lo demás, y tú entras con simple civil, pero el profesionalismo es importante. Las mujeres llevamos años trabajando el doble, demostrando el doble para lograr uno. Eso sigue siendo así, lamentablemente, o esa es la experiencia que yo veo. Yo llevo más o menos 25 o 30 años de carrera, donde efectivamente siempre tienes que hacer un esfuerzo mayor, es agotado, pero hoy cuando miro para atrás, yo siento que todo lo que he hecho a más de alguien le ha abierto una puerta.

Así como la minería trabajó hasta que logró hacer compatibles sus campamentos mineros para que las mujeres tuviesen condiciones paritarias con los hombres, todas las industrias tuvieron que ver que eso era lo que había que hacer, el ejército también lo vio con las conscriptas femeninas. Yo siento que a mí la vida y la profesión me ha permitido ver una evolución en el sentido del posicionamiento de las mujeres más allá del feminismo, si no de la mujer. No tienes por qué ser feminista para poder alcanzar un cierto cargo, un cierto reconocimiento.

De repente estamos todos locos por las carreras Stem, porque a las mujeres nos enseñaban a jugar con tacitas y a las muñecas y no existían muñecas electrónicas o no incentivamos muchas cosas. En esta nueva postura hay que criara niños que también desarrollen habilidades blandas, tenemos que setear nuestro switch y jugárnosla para que desde nuestra familia, que es lo más típico que tenemos, podamos introducir conceptos de igualdad en todos los quehaceres, desde hacer tu cama, que es algo súper simple. O en la vida de pareja, cuando las tareas se comparten, igual, lo vas viendo, lo vas transmitiendo, eso te permite liderar con una perspectiva de empatía distinta.

Cuando yo veo una mamá que busca un trabajo, no veo ni una licencia, no veo una persona que pide más permiso. Porque en el fondo, yo he tenido la vista de tener un matrimonio hermoso y las veces que mi hijo se ha enfermado, mi marido estaba al lado y yo soy mamita media cobarde, así que a mí me tocaba ir a comprar los remedios (ríe). Pero es ese compartir la responsabilidad, eso tiene que pasar desde tu casa hacia el trabajo, y cuando lo ves en el trabajo se te aliviana la carga.

No sé, yo siento que he tenido una oportunidad de estar en ambientes sumamente desafiantes desde lo masculinizado, pero que también me ha permitido evolucionar y aportar en esos mismos espacios.

Dentro de esa misma línea, ¿Hay alguna vez que se haya sentido discriminada o que haya sentido que no la ven como una igual?

Siempre, y eso pasa siempre todos los días de a cada rato. Como te decía, tú trabajas el doble para llegar al mismo lugar que un hombre. Yo siento que a veces ellos ni se dan cuenta los discriminadores que son, siento que las mujeres tenemos presión desde lo físico, que tienes que ser regia, que tienes que ser linda, que tienes que andar bien activa, que tienes que andar acá. Tengo una querida colega que hace mucho coaching motivacional y el otro día hizo hasta una nota de por qué ya no usaba tacos, ella es CEO de una empresa y usa zapatillas. Porque en el fondo la discriminación, aunque no te des cuenta, estaba ahí todos los días, desde el zapato que quieren que te pongas, la falda que les gustaría que vistieras, etcétera, que no tienen nada que ver con la profesional que eres o con lo que puedes aportar. Y desde esta perspectiva tan básica y mundana, yo siento que todas las mujeres permanentemente somos discriminadas.

Y eso pasa en todos los rubros.

Yo cuando joven eran rubia, alta, ojos azules, y las mujeres también somos discriminadas por eso. Yo me autoimpuse por mucho tiempo ser más estudiosa, con mejor rendimiento, para demostrar que no era bonita, que era inteligente y eso no tiene que ver con las presiones externas o los nichos, sino que tiene que ver con cómo tú te lees a ti mismo, y cuando eres joven tu intelecto es más débil, porque estás creciendo, estás aprendiendo.

Después de eso yo aprendí muchas cosas, y aprendí que te iban a discriminar por linda, por fea, por inteligente, por gorda, por lo que sea, y eso es porque lo que había era machismo, y me costó años entender que eso era lo que estaba detrás de estas discriminaciones. Ahora, el machismo no se supera, porque no depende de ti, es el otro el que es machista ¿Y cómo lo haces cambiar?

Yo siento que para los hombres es mucho más difícil autoanalizarse, ver sus debilidades, sus virtudes. Siento que son mucho más competitivos y una los ve y después de cualquier pelea o malentendido en la oficina lo arreglamos todo con una chela en el after office.

Pero la verdad es que eso no es un ambiente laboral sano, no es un lugar sano para vivir. Y ahí sí, yo hago la invitación a que los hombres empaticen más, no con el pensamiento de que una mujer es mamá o tiene otras responsabilidades, o todo eso cliché, sino que entiendes todo desde la simpleza de palabra, igualdad.

Porque no se trata de ir al baño de pie o sentado, es que todos vamos al baño, no se trata de que a mí me gusta el futbol y al otro el ballet, se trata de que todos tenemos que hacer deporte por una vida sana, y así son las etiquetas. Y cuando estas etiquetas las llevas, por ejemplo, al mundo universitario, a la búsqueda del primer trabajo, te empiezas a dar cuenta que los hombres cargan con otra cosa, esa responsabilidad que nos metieron en la cabeza de que ellos tenían que ser proveedores.

Hoy día, con todas las metas que hay en todas las industrias transversales, esto de las cuotas de incorporación femenina, se sienten terriblemente amenazados y esto probablemente se vuelva mayor expresión de mayores discriminaciones.

¿Alguna vez dentro de este mundo que resulta tan discriminador o complejo, tan difícil pensó “Yo llego hasta acá, este no es mi lugar”?

 Yo siento que cuando tú trabajas tanto por tus espacios, te vas al revés, tú dices “Mejor me quedo aquí otro ratito más total, ya sé lo que viene”. Pero después viene el dicho más del desarrollo profesional de esas cosas, yo. Yo gracias a Dios, no he pasado por momentos tan duros en lo que es la discriminación, puede ser más en la competencia desleal y eso nos persigue igual tanto a hombres como mujeres, pero yo siento que cuando algo es muy difícil en vez de estar arrancando y mirando, tienes que luchar, y no es solo por mí, también por las que vienen, y por las que se fueron y dejaron la lucha, hay que seguir adelante.

A veces tú tienes que prestarle fuerza a otro y eso se hace trabajando en rueda, escuchando, acompañándonos, entregando lo que sabes sin miedo a que alguien más joven te reemplace. Hoy día se habla mucho de la sororidad y de los espacios seguros entre mujer, y yo me he dado cuenta que las mujeres más viejas tenemos más capacidad de sentirnos seguras entre otras, que las más jóvenes que hoy día están sintiendo un tremendo peso.

Porque pasamos al otro extremo, pues tenemos que ser la mejor de las mejores y tener la mejor carrera. Si tú realmente en tu curso lo que quieres ser es la mejor periodista del mundo, dale, pero no te olvides que quieres ser mamá, que quieres ser compañera, que quieres tener un perrito. Buscas ser integrada y para eso siento que la construcción de redes de mujeres. Estos grupos de jóvenes, como las de electricidad, lo que buscan es transmitir esas experiencias femeninas, llevar las mentorías adelante para que no te pase lo que otros ya pasamos. Regalar esos espacios seguros, pero siento que la ancestralidad de la discriminación que llevamos es una carga, tan grande que a veces no nos desarrollamos.

Ahora voy por la vereda contraria, ¿Hay algún momento en que haya dicho este sí es mi lugar?

Ay, mi marido es mi mejor lugar, no puedo decir un trabajo porque yo siempre he tenido estabilidad. Yo he tenido dos trabajos largos en mi vida y un par de picoteos. Siento que hoy estoy donde tenía que estar para poder llegar a donde puedo jugar, que todavía no sé dónde es. Porque he ido descubriendo metas, las habilidades que he desarrollado son fruto de la experiencia, y por eso siento que este trabajo en red podría ser mucho en el futuro, el mentoring, el acompañamiento, el transmitir la experiencia para que otros crezcan.

Hoy día estoy aprendiendo otro rumbo en otro gremio también, aunque también somos menos mujeres que hombres, pero eso no te tiene que aminorar porque por algo estás ahí, por algo estás entre medio de esos hombres, les guste o no les guste, porque a muchos aún no les gusta, y tú tienes que seguir luchando por eso, por ese espacio para ti y para todas.

¿Qué les diría a las mujeres que hoy se están planteando iniciar en un rubro que sigue siendo mayormente masculino, o en un rubro complejo y que quizás se sienten un poco inseguras, o con temor, o incluso que digan “No lo estoy logrando”?

Que crean en ellas, que luchen por lo que les gusta. Se trata de hacer lo que te gusta, cuando tú haces lo que te gusta vas a encontrar el lugar correcto para ti y nunca creas que ese lugar es donde te van a adorar, porque es donde tú vas a dar lo mejor de ti, el recto viene por añadidura. Por añadidura, van a reconocer lo inteligente que eres, lo que aportas, lo que puedes innovar.

Las mujeres tenemos capacidad impresionante comparada a los hombres por biología o por naturaleza y que no tiene que ver como cuando nos decían “Ah sí, hay que poner mujeres en el equipo porque son ordenaditas”. No, eso lo hace el Excel. Las mujeres tenemos la capacidad de ver más allá, creer que todo lo posible y lo imposible se va a concretar, y cuando uno aporta eso en una empresa tiene un valor innegable. Así que el único mensaje es lucha, lucha, y lucha, porque es tu sueño, es tu necesidad de crecer, de desarrollarte en lo que a ti te gusta, y si no era el lugar correcto, si dices “Yo no debo estar aquí”, da el paso al frente, y asumir también que tú no estás en ese puesto porque te lo regalaron, quedaste porque demostraste que tenías las capacidades, y que nadie te diga lo contrario.

Si tuviera a la Soffia chiquitita en frente, ¿Qué le diría?

Ay que cuando su papá le dijo que no estudiara ingeniería mecánica, no le haga caso y se vaya directo a la universidad, digo yo, porque habría sido maravilloso, no habría tenido que recorrer tanto para poder encontrar este lugar en el que la ingeniería era parte de mi vida. Yo no lo sabía, lo descubrí con el paso de los años, pero sí, eso le diría “Devuélvete y ese día que te digan no postules a esta Universidad, postula con los ojos cerrados”. Y sería todo un camino nuevo por descubrir, distinto.

Por qué nos vamos a ir a lo seguro, a mí me gusta lo desconocido, me gustan los desafíos y cómo te he dicho todo el rato, las piscinas con agua o sin agua son mi especialidad.

¿Hay algún arrepentimiento de por medio por haber seguido periodismo?

No, no hay un arrepentimiento porque la verdad que en ese minuto yo me acuerdo que andaba con una falda y con una blusa blanca, unas uñas rojas largas, unos zapatos de taco y así estaba hablando de estudiar ingeniería en ejecución mecánica en la Universidad (ríe) Y mi papá me ve y me dice “Vamos a ir a conversar con su tío, que es abogado, a ver si le gusta derecho en la Universidad Católica” (ríe).

Efectivamente, partí estudiando derecho y después terminé en periodismo, pero en el fondo, buscando un camino que construir. 40 años atrás, cuando tú estabas y en básica, nadie te decía, ¿Qué te gustaría hacer? Si tú eras mujer, tú ibas a ser mamá, dueña de casa, no había una guía hacia la vocación profesional. Yo vengo de una familia donde yo soy la primera que sale de la Universidad, entonces claro, a mi papá no le hizo ni un sentido que su hija, que vivía así como de punta en blanco, quisiera ser mecánico. Pero nunca cayó en cuenta que a mí me gustaban los autos de carrera, ver las carreras de autos en la tele, que me sabía la historia de cuanto piloto llegara, porque es una cosa que hacíamos familia y que para nosotros era normal verlas en la tele los domingos porque las daban.

Hoy día yo veo para atrás y efectivamente mi camino me iba a llevar hacia acá, tal vez no siendo ingeniero, pero sí a los mundos de la industria masculinizada, de la ingeniería, de los desafíos, de la investigación, del desarrollo.

Después, cuando me cambié a periodismo, él me preguntaba “Hija, ¿Usted quiere ser periodista?” “No, papá, yo voy a ser otra cosa, no voy a ser periodista, pero tú vas a ver que yo voy a ser feliz con lo que hago”, porque tampoco había un entendimiento de qué hacían las mujeres en las empresas grandes, se veía que hacían relaciones públicas, se preocupaban de los cafecitos, de los eventos, que no era lo que yo quería hacer, lo puedo hacer perfectamente, pero yo no quería eso. En el fondo yo quería dejar una huella, quería hacer algo, quería construir y eso me lo permitió el ejército en su minuto y hoy me lo ofrece la compañía en esta área de asuntos corporativos o el mundo gremial que me ha permitido dirigir.

Mi hermana siempre me dijo que yo era incansable y yo no caía en cuenta de eso, pero hoy no tengo ninguna, pero ninguna recriminación a mi camino recorrido. Sí, hoy día sé que tal vez habría sido diferente, pero habría llegado al mismo lugar.

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