POLICIALVisto 3569 veces — 11 octubre 2023

Se cumplen 22 años de la doble tragedia que enlutó a la Región dejando 23 fallecidos.

De ellos, seis eran Carabineros, los que son recordados cada año por sus compañeros que caminan hasta lo profundo de la quebrada de La Chimba, hasta el memorial levantado en el lugar donde perdieron la vida en cumplimiento de su deber, ahí una bandera verde sigue flameando silenciosa como promesa del servicio y vocación.

Un día triste

El miércoles 10 de octubre del 2001 se iniciaba como cualquiera, los trabajadores salían de sus hogares o regresaban de sus turnos, los escolares iban rumbo a sus clases, Carabineros patrullaban sus sectores y en las unidades hacían su trabajo habitual, pero esa tranquilidad fue rápidamente quebrada, 23 vidas se perdieron ese día en dos accidentes que trágicamente se entrelazaron.

Cerca de las 9 am comenzaban a llegar las primeras informaciones de un grave accidente de tránsito cerca de Calama.

La colisión entre un bus que transportaba trabajadores y un camión abastecedor de concreto era el prólogo de lo que sería recordado como uno de los días más tristes en nuestra Región.

A las 8.40 horas, a 14 kilómetros al oriente de Calama, la ruta se pintaba de dolor, 17 muertos, varios heridos graves, más una estela de partes de las máquinas era el resultado del accidente.

A los minutos de la tragedia en las cercanías de Calama era requerida la Sección de Investigaciones de Accidentes en el Tránsito, Siat de la Prefectura de Antofagasta. Rápidamente la patrulla de turno preparó los equipos y a los pocos minutos se disponían a salir en dirección al lugar de los hechos.

El equipo N° 1 estaba compuesto por los sargentos 2dos. Pedro Segundo Sáez Aguilera, Arturo Hernán Farias Botarro y la carabinero Nancy del Carmen Núñez al mando del capitán Patricio Guillermo Arancibia Hohmann.
Por la magnitud del accidente se decide concurrir en un avión institucional, para poder llegar rápidamente. Pasadas las 10 am el equipo de la SIAT abordaba en la Sección Aeropolicial de Carabineros, en ese tiempo ubicado en el desaparecido aeródromo de La Chimba, en el Cessna matrícula CCLLA, su piloto el capitán Patricio Peñaloza González y el mecánico de aviones Carabinero Marcelo Rivera Durán preparaban el vuelo.

A las 10:32 horas despega la nave con los seis Carabineros, iniciando un trayecto que no llevaría más de una hora, sin embargo, eso nunca ocurrió, la nave no llegó a su destino.

A los diez minutos se pierde todo contacto con ellos. Los minutos pasaban, en la IIa Zona de Carabineros, en las Prefecturas de Antofagasta y El Loa y en las unidades de toda la región caía un velo de incertidumbre y la angustia se veía en los rostros, cada intento de comunicarse con la aeronave era fallido y aunque nadie quería asumirlo, comenzaba a surgir la posibilidad que el avión y sus tripulantes nunca más volverían a aterrizar.

Se activó un plan de búsqueda a cargo del Servicio Aéreo de Rescate (SAR) de la Fuerza Aérea de Chile, y a las 14.30 horas la esperanza que estuvieran con vida se esfumaron. Los restos humeantes del avión son divisados en la ladera de un cerro por un piloto particular que se había unido a la búsqueda.

El lugar se ubica a unos cuatro kilómetros de la Quebraba La Chimba a pocos metros de la cima de uno de los imponentes cerros y concurrir a pie requirió más de una hora de caminata entre quebradas y acantilados, pero para Carabineros no fue impedimento, eran sus compañeros, y además había trabajo que hacer.

Al llegar se encontraron con el desolador panorama. Una extensa área quemada daba cuenta de la violencia del impacto, los seis tripulantes habían fallecido de manera instantánea.

La misión del rescate, encomendada a la FACH, fue lenta uno a uno los cuerpos fueron trasladados hasta el Servicio Médico Legal de Antofagasta.

Ese día ningún Carabinero quedó ajeno al dolor por el triste destino de los mártires que dieron su vida cumpliendo su deber, tal como juraron al ingresar a las filas.

Esa noche en el Grupo de Formación de Antofagasta el silencio era conmovedor, en la capilla ardiente que se dispuso en el plantel, el mando, los Carabineros y amigos quisieron acompañarlos en oración.

A los pocos días la comunidad antofagastina les rindió el último homenaje volcándose a la iglesia Catedral donde sus cuerpos fueron velados y con un templo repleto fueron despedidos con el himno de Carabineros y el corazón apretado.

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