FFMCS 2024Visto 2499 veces — 29 octubre 2024

Desde hace más de 30 años, Patricia Araya García comienza su jornada laboral a las 07 AM. La encuentras todos los días en el mismo lugar: La Caleta de Antofagasta. Allí, entre el bullicio rutinario, los cientos de locales y turistas que acuden hasta el lugar, entre las pérgolas, los gritos y los “pase casera”, te recibe con la sonrisa abierta en la Marisquería Nathalie, negocio familiar que hoy dirige y que es parte de su identidad, de su historia y de su huella. De risa contagiosa, trato amable y cariñoso, Patricia pasa sus días en su puesto.

Señora Patricia ¿Cómo se define usted a sí misma?

Yo me define como una mujer luchadora, emprendedora, renovadora. Me gusta siempre estar haciendo cosas diferentes. Tengo dos emprendimientos: uno en la Caleta, y además de la Caleta tengo una venta de tecitos artesanales y mieles y mermeladas caseras.

¿Cómo es la vida acá en la Caleta?

Es una vida sacrificada. Uno no tiene tiempo para la familia de repente, porque se trabaja de las 7:00 AM hasta las cuatro o cuatro y media. Pero hay locales que te trabajan hasta las 6:30 y el teje maneja es de lunes a domingo, entonces no hay días de descanso. Uno tiene que ir rotándoselo con los chiquillos el día de descanso. Pero es sacrificado, uno pierde, pongamos cosas de los niños, de los hijos. Me perdí muchos eventos de ellos y que después ellos dicen “¿Y en qué estabas?”, pero no saben que una está trabajando para ellos. Es el dilema.

¿Oiga, y en estos más de 30 años que usted lleva trabajando acá, qué es lo que ha sido más difícil, por ejemplo, desde el área de emprender, de llevar un negocio? Porque a nadie le enseñan a llevar un negocio.

Yo empecé a trabajar de los 13 años. A esa edad mi padre falleció y entonces mi mamá se hizo cargo del local y empezamos a aumentar, hoy 2 a 3 locales tenemos, y con mis padrastro hemos tirado para arriba. Y con hermanos igual que temporada estaban ellos, temporada estaba yo. Pero ha sido sacrificado. En el caso de la caleta, el tema de sanidad también es complicado, las fiscalizaciones, el tema de impuestos internos, llevar el orden, especialmente ahora con la nueva ley de las 50 transferencias. Igual en un negocio todo de repente se nos complica, porque hay días buenos y días malos. Un negocio no es que sea todo maravilla, en el área de la comida de repente suben los precios, sube el pescado, y la gente de repente reclama por los precios, ¿Pero qué más haces? Todo está caro, pongamos un tarro de piure, que tú lo comprabas a veces a 35 lucas, hace dos, tres años atrás, ahora está en 70, la misma cantidad de piure, y la misma cantidad de piure se gasta. Entonces son 70 lucas más que uno pierde, y hay que trabajar más problemas tenemos más con eso.

Me imagino que eso es complicado…

Sí. Igual acá de repente igual se arman peleas por el tema del comercio informal versus el comercio formal. Yo creo que el sol puede salir para todos, pero hay que ser ordenados. Yo soy una mujer que todos me consideran, todos quieren trabajar conmigo porque soy una mujer muy pasiva. Yo le doy su tiempo para almorzar, para tomar tecito, tomamos tecitos juntos con mi trabajadores, y yo igual con los clientes, atiendo a todos mis clientes de la misma manera.

Y acá en La Caleta, me imagino que igual que ya todos se conocen, son como comunidad.

Sí, pues hay comunidades. Hay un grupito que está de un lado, que somos muy buenas compañeras de trabajo, es como que yo soy la mamá de todas, igual trato de ahí es enseñarles a atender, “hija, no se atiende así”. Les enseño a atender al público “Caserito necesita algo” “Caserita en qué le ayudo” Yo que soy la más vieja, tengo que enseñarle a todas las demás que llegan.

Doña Patricia ¿Y usted cómo lo hace para mantener las finanzas en orden? Usted comentaba que a veces hay días buenos, hay días malos, ¿Cómo se ordena?

Porque lo que da el negocio es el negocio. yo tengo, además de la plata, yo tengo un sueldo, entonces pongamos, yo me gano mi sueldo y ese sueldo yo lo tengo en mi casa, pero el negocio es aparte. Como es familiar yo le tengo de dar cuenta a mis padres, entonces yo tengo un sueldo, con ese sueldo yo me llevo igual, me organizo igual en la casa, tengo mis hijos grandes que también cooperan, tengo mi esposo que también coopera, entonces grandes deudas no tenemos, ni grandes gastos tampoco.

Cuentas claras mantienen la familia

Exacto. Uno paga tal cosa, yo pago el agua y compro los gases, mi otro hijo mayor, él paga la luz y compras en mercadería. Mi otro hijo, porque tengo tres, tengo un otro hijo que también él paga tanto y con lo demás se va viendo.

Preguntarle a propósito de todo esto, de los más de 30 años que usted lleva acá, ¿Tiene alguna experiencia que le haya marcado así como en estos años, que usted recuerde con mucho cariño?

La experiencia que yo tengo con mucho cariño son de mis propios clientes, porque tengo muchos clientes de tercera edad, y hay algunos que vienen a comer todos los meses, todos los días o todos los años y después de repente ya no los ves más. Y una se pregunta y yo a veces tengo mis caseros que me he puesto a llorar con ellos porque no me entero. A veces digo “Casero ¿Y la casera no vino? “Casera, mi mamita se murió” o “Casera, mi esposa ya se fue”, y cosas así que a uno le marcan el alma. Porque tú además de tener una comunicación entre cliente y vendedor, tienes una amistad. Yo tengo muchos caseros como él como allá, los de aquí, que son caseros de años, entonces uno ya comparte con ellos, echa la talla, echa la broma. Entonces eso es lo que a uno lo marca mala. Yo soy muy interactiva con mis clientes, mi negocio. Yo amo venir a trabajar, trabajar para mí es lo mejor que yo tengo. No sé hasta cuándo iré a trabajar, pero hasta que me dé mis tiempos o las manos, no sé. Pero yo me desespero en mi casa volver a trabajar.

Esa es la clave, amar lo que uno hace.

Sí, pues esa es la clave. Yo pienso igual para todos. Cuando los niños estudian, si tú mandas a tu hijo a estudiar algo que a él no le gusta, no te va a rendir, aunque tú le digas lo que le digas, no te va a rendir porque no le gusta. “Entonces qué te gusta”, porque no es que los deje hacer lo que sea tampoco, pero si guiarlos para que encuentren algo que les guste y que les dé platita. Y como yo, a mí me gusta, yo me esfuerzo, me sacrifico con mi peguita, me ha ido súper bien.

¿Usted cree que la vida de emprender, de los negocios es para todos?

No. Hay personas que tienen manos para el piano y otras que aunque quieran emprender y emprender, no lo hacen, o quieren emprender y como que van a emprender y que esperan que tiene que dárseles todo, que todo va a venir, que altiro van a tener harta plata. No, como yo que tengo mi emprendimiento, que tengo mis mieles, mis tecitos, que yo mismo lo preparo. No es que diga llueve, llueve, llueve, no, pero gotea. Ayer yo me vendí $60.000 en mi puros tecito y mis mieles. Ya es algo, ya mañana puede que no venda ni uno, pero tampoco es para hacerse la América. Entonces hay que tener paciencia con el emprendimiento, porque uno tiene que empezar de a poquito, y una sola tener que innovar, ir haciendo cartelitos, propaganda, haciendo algo bonito para la gente, algo que llame la atención. O pongamos aquí mismo, promocionar el pescado, promocionar los platos.

A propósito de eso, acá que todos venden platos similares ¿Cómo lo hace usted para destacar?

Es que es la calidad de las cosas. Yo tengo mucha clientela que se queda conmigo por la calidad y la atención, mi atención, porque yo a veces le digo “Casera, no, si va a estar mi hijo, está mi otro hijo” “No, es que no es lo mismo, no es lo mismo porque usted atiende de otra forma”. Ya, entonces no puedo fallar.

¿Y cómo nació la idea de los tecitos y las mieles? Que igual es súper distinto a los pescados, es otro rubro.

Esto nació para la pandemia. Yo tengo a mis papás que viven en el sur, en Ovalle, entonces tiene sus árboles y todo. Yo me di cuenta que se botaba mucho, entonces digo “Papá, ponte a hacer mieles”, y empezó a hacer miel. Después en una feria itinerante me encontré otra amiga que también hace miel, esa me las manda de Santiago. Y después mis tecitos que empecé a comprarlos para mí, pero dije ¿Para qué los voy a comprar? Mejor los hago. Y empecé a hacerlos. Entonces de una sobrina, de una cuñada, empezó a pasar la boca aquí que allá, y al final empecé a vender, a vender, a vender y gracias a Dios tengo mucha clientela que me lleva mis tecitos de hojas. Todo es natural, nada es artificial, todas las hierbas son secados como lo hacían las abuelitas, tengo mis cordeles, todo. Tengo una máquina deshidratadora, pero todo es bien higiénico también, porque la hierba o las hojas se lavan, se procesan. Tengo un proceso para todo eso, y gracias a Dios me ha ido súper bien.

¿Qué le diría usted a las personas que están buscando emprender, pero les da susto?… que quizá hoy día trabajan en un trabajo más tradicional, pero quieren empezar a emprender?

Hay una cosa. Yo igual he tenido problemas para emprender mi negocio, me ha costado mucho formalizarlo, hay muchos requisitos, y en el caso de las mieles o los tecitos ¿Cómo le voy a pedir una factura a mis papás que hacen todo casero? O cuando los procesos son menos industriales, entonces tienes que empezar a revisar, a ver, y eso es lo que cuesta a veces, formalizar el negocio. Ya teniendo un emprendimiento, usted le va a ir poniendo el caché, que una bandejita nueva, que el papel es de otra forma, que según el detalle que uno le ponga, de lo bonito que se vea. Si tú vas a hacer un tecito, lo pones en un frasco, una cajita de cartón, con un logo, le pones tu esencia.

Y como última pregunta, ¿Si usted pudiera verse a sí misma de niña, pero con su experiencia de ahora, qué se diría?

Creo que he hecho un buen trabajo, ya sea familiar, en el hogar y en mi trabajo. Tengo muchas satisfacciones con mis hijos porque a pesar de todo, a veces de dejarlos solos de repente para trabajar, siempre les di calidad de vida, es decir, siempre estoy pendiente de ellos, de lo que les faltaba, que no les faltaba, que si te va bien en la escuela, si te falta esto, si te hicieron esto, ¿Me entiendes? Entonces yo encuentro que yo hice una muy buena labor de madre, he hecho una buena labor de hija, he hecho una buena labor de lo que a mí me gusta de mujer y trato de emprender y trato de hacer cosas, esa es la vida que llevo.

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