FFMCS 2024Visto 1406 veces — 26 noviembre 2024

En pleno centro de la ciudad de Antofagasta, entre el ajetreo y los miles de rostros que lo recorren a diario, sigue vibra, vibrante y llena de historias por contar la galería Imagen, que recientemente cumplió 40 años de vida. Y entre sus paredes, cargadas de arte local, antigüedades, pinturas, sueños y recuerdos, se refugia Flor Venegas, dueña y directora del lugar, oriunda de la ciudad de Concepción, amante del desierto y del mar, pintora, artista y gestora de la primera galería de arte de la ciudad de Antofagasta.

Cuéntennos un poco ¿Cómo inicio la vida de esta galería?

Yo nací en Concepción, me casé con un antofagastino y vivimos aquí al lado, en Uribe. Y esta casa la miraba yo siempre, porque en realidad yo venía de una ciudad más grande, con universidades, con todo, y me sentí como desolada en el norte, porque no conocía el norte. Y las personas que eran dueñas de esto decidieron vender la casa, y justo la ofrecieron y mi marido y dijo “Ay, qué bueno, vamos a hacer un garage”. Bueno, comenzó mi cuento de mi sueño, porque en realidad fue un sueño siempre el de tener una galería de arte en Antofagasta, aquí no había nada, solamente se juntaba un grupo de pintores y hacían exposiciones. Yo reuní a estos pintores, inauguré mi galería un día 17 de Octubre de 1984, hace 40 año, e invité a mi marido a ver su garaje con la familia y yo por mientras trabajaba aquí adentro preparando la casa para una galería de arte. Comencé con Andrés Sabella, con Osvaldo Ventura y habían otros pintores que ya no están tampoco. Y así comenzó mi galería, y verdaderamente fue para mí una experiencia desconocida, para la ciudad también, porque la gente miraba para adentro y decía ¿Cobran por mirar, qué es lo que es esto? Como yo siempre he tenido antigüedades, usé antigüedades, puse los muebles míos. Y así empezó la galería. Y también hice Rincones de mi ciudad que tuvo mucha, mucha llegada con la juventud y con la gente que pintaba, que nadie lo conocía. Y con premios. En ese tiempo la minera escondida me avaluó los premios. Y así seguí caminando con mi galería hasta este momento en que ha cambiado un poco la ciudad, o sea, bastante. Pero eso ha sido la vida de esta galería. Tengo muy lindos recuerdos, muy lindos. Se hicieron clases de arte, tenía pintura, tenía cerámica, pintura para niños, muchas cosas. Se llenaba la galería de gente ansiosa de ver arte, y eso fue muy bueno para mí.

¿Cómo fue partir este proyecto hace 40 años atrás, siendo mujer? Me imagino que todavía era complicada la figura femenina, más aún liderando proyectos.

Fíjate que yo nunca me he sentido que soy menos que nadie, o sea, siempre yo fui bien valiente desde niña. Tú me puedes decir “No dibuje con el lápiz”, y yo voy a dibujar con un pincel.

Ah, desde siempre empoderada

Sí, muy, muy. Mi marido cuando entró a la galería con mis hijos, todos se sorprendieron, la que más se sorprendió fue mi suegra, porque ella era profesora por más de 50 años y me dice “Pero aquí no va a venir nadie”, y Yo le dije “Esperemos”. ¿Cuál fue mi objetivo cuando yo comencé? Yo empecé a buscar los colegios, a hablar con las profesoras de arte de esos entonces, y los invitaba cuando tuvieran el día de la hora de arte, que se acercaran a la galería, entonces yo tenía una exposición, les tenía bloqueras con pinceles, con pintura, y les decíamos que dibujaran las cosas que estaban viendo. Era una clase muy productiva que hice, o sea, bien inteligente también de mi parte al trabajar con niños. ¿Los niños a dónde llegan? A su casa, invitan a su papá, le llevan el dibujo que hicieron y los papás venían a ver de qué se trataba. Entonces así tú vas sembrando. Para mí fue un desafío grande pero me gustan los desafíos, a pesar de mi edad, me gustan los desafíos todavía.

¿Cómo fue la reacción de su familia al enterarse que usted quería emprender en este proyecto, que quería abrir una galería que primero, era emprender en un mundo muy distinto al actual, y segundo, que se salía del mundo tradicional?

Bueno, el que más me apoyó fue mi hijo, el que ahora es médico, está en Concepción, y mis hijas, porque tengo una que es pintora, la otra iba a ser bailarina, la otra trabaja con abogados, y así. Tengo nietos que pintan, ¿sabes? Yo lo que más temía era que mi marido reaccionara cuando no tenía garaje (Ríe). Entonces no, él me criticó un poco en el sentido de que me advirtió “Tienes que tener cuidado porque Antofagasta no está acostumbrado a eso”. Pero la gente se tiene que acostumbrar, y después todas las exposiciones se llenaban, se llenaba de gente interesada en el arte. Ahora ha cambiado un poco todo Chile, porque estamos como en pañales de nuevo, pero yo creo que esto tiene que revertirse, porque la parte cultural no puede morir. A mí me gusta que la gente sea intelectual, que los niños lean bastante, que miren. ¿Por qué crees tú que yo le puse Rincones de mi Ciudad a mi concurso, y lo tengo registrado? Porque no sabemos mirar.

Yo tengo rincones que ya no existen, tengo la pintura adentro, porque tú vas pasando por acá, pero tú vas pasando. A mí me enseñó mi abuelo a mirar, porque eso es lo que le falta a los niños, mirar, ver al ser humano, mirar no solamente lo que a ellos les interesa, sino que mirar el entorno. Y por eso le puse Rincones de mi Ciudad, porque habían casas muy lindas que se conservaban muy bonitas, y todavía hay algunas. Así que así comenzó esta vida, esta galería, que este año me ha costado un poco más. Ahora inauguré esta exposición, que recopilé todos los trabajos que nunca vinieron a buscar los padres y que quedaron acá, y después de algunos alumnos grandes ya. Y ese fue mi aniversario. Un recuerdo de lo que se hizo. Fue bien emocionante.

Me imagino. O sea, son 40 años de historia, pinturas de tantos años, cada pincel es una historia.

También vinieron unos papás, se emocionaron, llegaron a llorar, pensaron en sus hijos que están trabajando en otros, en otra parte. Pero bien eso, eso es bonito. Yo traje muchos buenos pintores, pero ya ahora no creo que se pueda por la carestía de la vida. Ha cambiado mucho, todo va cambiando. Mira, ahora aquí se han abierto otras galerías. Tengo una amiga que abrió una galería, pero ella es como privada, tiene una casa, pero ella es la pintora, ella expone sus cosas. Aquí no, aquí puede exponer cualquiera.

Durante estos años, ¿Qué ha sido lo más difícil de tener esta galería?

Que la gente entienda lo que es arte, que la gente entienda, que los medios de comunicación entiendan, ya no es lo mismo de antes. Y no porque uno se haya pasado de moda. Yo no me siento pasar de moda, a pesar de que tengo mi edad, pero encuentro que todo ha cambiado. Todo es un consumismo barato. Ahora nadie si yo voy al diario, por ejemplo, aquí tenía recopilación, tengo mucha recopilación de los diarios antiguos, y hacían buenas entrevistas para que la gente venga y se entere que el arte llena el alma. La gente que no sabe ver las cosas bellas, todos nos quejamos que esta vida, que esto, que esto. La vida es bella a pesar de eso. Es lo único que tenemos y lo único que sabemos que tenemos que hacer: Vivir.

Es que el arte no pasa de moda tampoco… Evoluciona, pero de alguna forma siempre vuelve a los inicios.

Hay gente que está pintando, hay gente que está haciendo cosas, pero falta reconocimiento. Ahora cuando yo inauguré habían más de 70 personas y todos tan felices que volviera a estar acá porque sabían que había muerto Aliro, mi esposo. No había abierto yo la galería, ni pensaba abrirla más. Después dije yo si yo me muero, tendrán que seguir, o bien la venden, porque la realidad es esa. Y a Aliro le encantaba. Fíjate que el año pasado, en octubre, cuando yo hice mi exposición acá, mi marido bajó y hasta hizo su discurso en octubre, y ya en Enero no estaba. Entonces fue bien chocante. Y este año dije, me propuse no voy a llorar, no voy a emocionarme. No, falta que uno se mueve, o sea, siempre me emociono un poco cada vez que inauguró algo. Pero la vida tiene que seguir, o sea, es un ritmo que no lo podemos impedir.

Con toda esta trayectoria que usted tiene, ¿Cómo se definiría a sí misma el día de hoy?

Fíjate que yo he logrado mi sueño, que fue tener una galería de arte, pintar, porque yo pinto, también hacer que otros se proyecten con su arte. Y para mí eso ha sido algo, como revivir, porque cada vez que tú ves algo, o sea, yo que veo algo de arte pienso, algo te dice cada mano que tomó ese pincel en ese momento, ¿cómo estará, qué está haciendo, qué hizo, por qué lo hizo? Entonces es una vivencia muy bonita y yo me siento feliz de haber logrado mi sueño y de ver que hay gente que verdaderamente le interesa lo que yo hago. Y tengo que seguir adelante hasta que pueda con mi galería, porque no me veo sin ella.

Es parte de su identidad

Exacto, es parte de mí, de mi identidad. Yo estudié fotografía porque no podía estudiar pintura, porque en esos años era demasiado caro cuando yo era chica. Y estudié fotografía. Trabajé en la universidad en fotografía, digamos en formato grande, pero en colores. Trabajé con unas alemanas, con unas profesoras y era bonito también, fue bonito. Entonces yo cuando llegué a Antofagasta, lo único que quería era seguir haciendo arte.

¿Y de chiquitita siempre se sintió arraigada a la pintura, la fotografía, el mundo artístico?

Sabes tú que yo antiguamente tú no podías pintar con pincel. Me acuerdo que estaba haciendo un dibujo en clases y la profesora me dice “tiene que ser con un lápiz, lineal”, pero el arte se expresa hasta con los dedos. Yo aquí a los niños les enseñé a pintar con los dedos, con pinceles grandes, porque no me gusta con esos chicos que el pobre niño apenas puede tomar el pincel para hacer su pintura. O sea, si tú vas a hacer arte, hazlo bien. Y bueno, cuando chica, como te digo, yo soy de Concepción, siempre andaba mirando, iba a la universidad a mirar cómo pintaban. Hicieron el mural grandioso que hay con unos mexicanos en la Universidad de Concepción, en el Palacio de Bellas Artes, y los vi pintar. Yo era niña todavía y siempre me gustó el arte, siempre, siempre andaba haciendo con barro, con cualquier cosa, pero que tuviera mis manos ocupadas con arte. Como te digo yo siempre veía todo bonito, incluso ahora que estoy de más de edad, todavía veo todo bonito, a pesar de lo feo.

Hay gente que dice que Antofagasta es feo

Mira, yo cuando llegué me impacté porque todas las casas eran planas y en el sur todas son inclinadas por la lluvia. Bueno, después uno se da cuenta de eso. Y yo me enamoré del norte cuando conocí el desierto. El desierto lo encuentro una maravilla. Yo he pintado mucho del desierto, he pintado las salitreras, Mejillones, tengo muchas pinturas que he hecho reconociendo que es bello el norte. Ahora que estuve en Santiago, no llega la hora de venirme y mirar el mar.

¿Qué le diría usted a otras mujeres, por ejemplo, que estén buscando emprender y seguir sus sueños también, pero que les dé miedo salir de este molde tradicional?

Fíjate que yo encuentro, ahora que he recorrido bastante Chile todo este año, en Chillán, en el mercado, hay una parte de puros frutos secos, puras señoras de edad atendiendo y sus hijas. Sus hijas, sus bisnietos, que se yo, lo que sea, ayudando. Después, más al sur, fui a la montaña, las mamás con sus hijos en la nieve, negocios, chicos emprendiendo. Por ejemplo, hay uno en el sur, no me acuerdo el nombre en este momento, unos jóvenes hicieron una cerveza con una fruta de allá, también les ha ido regio. Y después tú ves todos los alrededores. Son puras mujeres casi que están emprendiendo en algo, por ejemplo, hay una Lola que es compañera de mi nieta y hace unas carteras y unas mochilas preciosas. Es que también es parte de lo que tú has vivido. Por ejemplo, si tú me dices que tú viviste en un entorno en que todo el mundo hacía algo de arte, lógico que vas a querer ser, no artista, pero vas a trabajar en algo relacionado porque te interesa, te interesa. Por ejemplo, tú eres periodista, la periodista también puede trabajar en arte, o sea, tiene que descubrir cosas que otros no ven y comunicar cosas que otros no ven, eso también es arte. Entonces yo creo que todo el mundo tiene que tener algo en el alma que te busque algo mejor de lo que tienes.

Me queda una última pregunta. ¿Qué le diría la Flor de hoy a esa Flor pequeña, niña?

Seguiría soñando. Lo que pasa de que mi madre murió cuando tenía como dos años y medio y mi vida fue soñar. Siempre soñaba con algo, que iba a hacer esto, me veía escalando los árboles. Nosotros vivíamos en Concepción y tenía un pedazo de tierra mi padre a cada uno nos tenía, éramos siete hijos, cada uno teníamos un pedazo de tierra y teníamos que sembrar o plantar flores, lo que a uno le gustara, o cilantro, que también da flores, o lo que fuera, zanahoria. Y siempre veía germinar las cosas. Por eso que me gustan tanto las plantas. Y fue mi tiempo muy feliz, a pesar de que tenía a mi papá no más, pero éramos tantos hermanos que inventábamos con mi hermana que éramos artistas, porque esos tiempos estaban las artistas mudas de los cines. Y jugábamos a hacer teatro, me encantaba, podría haber sido artista, actriz. Pero eso, nunca parar de soñar.

Compartir

About Author

iphonerodrigo