Macarena Martínez estudio arquitectura. Tras salir de cuarto medio su camino era un poco incierto, entró a estudiar geología como primera carrera y supo pronto que no era lo suyo, que su vida estaba mucho más ligada a la creatividad y las artes. Así fue que tras pensar entre diseño y arquitectura, se decidió por esta segunda opción sin saber que años después de titulada, e incluso después de años de ejercer y de vivir una vida tradicional, su lado creativo nuevamente le pediría a gritos dedicarse a lo que comenzó como un hobby y se convirtió en el motor de su estilo de vida: el nail art, o el arte de las uñas.
Cuéntame un poco ¿Cómo fue todo este asunto del mundo de la arquitectura?
Cuando salí del colegio, como que andaba un poco perdida, no sabía bien qué estudiar. Elegí, geología y estuve seis meses y como que caché que eso no era lo mío, que me gustaba un poco más la parte artística, creativa. Entonces tenía las dos opciones de arquitectura y diseño gráfico. Y bueno, postulé primero a arquitectura y quedé. Estudié acá en la norte y siempre me fue súper bien en mi carrera. Me gustaba ese proceso creativo que te enseñan a analizar, que tiene que ver con los conceptos, la estética y qué sé yo. Y terminé de estudiar, me dediqué un tiempo a la arquitectura, viví en Santiago tres años y trabajé en una empresa que era como muy enfocada al diseño, revestimientos y cosas que tenían mucho que ver con el look.
Cuenta que pese a que le gustaba su trabajo, la rutina de Santiago la tenía cansada, y decidió dar un primer gran vuelco: Irse a vivir a Nueva Zelanda un año. Mientras se preparaba para ese viaje, se devolvió a Antofagasta y se reencontró con su faceta de arquitecta, esta vez en la perla del norte, es en ese tiempo que descubre el mundo de las uñas, como un hobby.
Empecé a hacer uñas, era algo como muy autodidacta, era lo que me hacían en Santiago. Entonces yo enganché con esto de los dibujos en las uñas y lo encontré súper creativo y como eran millones de posibilidades, entonces como que lo empecé a hacer a mis amigas, a mí. Y fue justo en este proceso de transición de irme a vivir a otro país, entonces como que no me lo tomé muy en serio, fue como solamente algo que me gustaba.
Cuenta que pasó el tiempo, se fue a Nueva Zelanda, y cuando volvió nuevamente a Antofagasta, siguió en el mundo de la arquitectura, pero las uñas eran un tema mucho más recurrente.
Eran mis propias amigas como las que me incentivaban este hobby. Y hasta que un día una amiga me dice cóbrame. Y yo como que dije ¿Cómo te voy a cobrar si como que no lo he estudiado? Entonces dije “Ya, voy a estudiar”. Y tomé un curso muy básico, me fui a Santiago y fue un curso de dos días, una cosa así, que te enseñaban a hacer como un millón de cosas en muy poco tiempo. Y nada, empecé. Bueno, obviamente cuando uno estudia igual la perspectiva cambia de lo que estás haciendo, ya lo tomas con un poco más de responsabilidad, que a veces uno no lo entiende muy bien, sobre todo en estos trabajos tan informales de repente, o rubros que no están tan normados, como que es más una cosa que tú haces como por hacer, no hay siempre una profesionalización del rubro. Entonces empecé a hacerlo así, empecé a estudiarlo más, me empezó a llegar más clientela.
Las redes sociales igual me ayudaron en potenciar todo el Instagram, mostrando lo que yo hacía. Entonces cada vez llegaba gente distinta. Tenía un espacio en mi casa, en mi pieza, hacia al lado de mi cama, que era el escritorio, y ahí hacía las uñas. Y se empezó a tornar como algo de fines de semana después del trabajo, hasta que pasó como un año más o menos, y me di cuenta de que ya no era un hobby, sino era lo que quería hacer todo el día.
Se produjo el click…
¡Si! De hecho en ciudades o comunas como las nuestras la arquitectura se va mucho hacia el servicio público, entonces todo el proceso creativo que me gustaba acá se estandariza, porque trabajas, no sé, como en la Muni, en entidades del servicio público, el GORE y cosas que tienen que ver más con eso. A mí me gustaba harto lo que hacía, pero un me di cuenta un día que estaba haciendo unos planos y como que lo único que quería era llegar a mi casa a hacer uñas. Entonces de repente me saltaba el almuerzo y me iba a hacer uña a mi casa. Y dije “Algo está pasando”. Porque quizás las cosas que hacía antes ya no me hacían tan feliz, quería algo más, quería hacer algo al respecto,
Macarena comenta que jamás fue parte de su proyecto de vida el tener un negocio, y que algo que comenzó como un hobby terminó marcando la minuta de su próximo paso. Al comienzo además de gustarle y ser una nueva forma de explorar su creatividad, también fue una forma de generar ingresos extra, y si bien comenzó de forma esporádica, se convirtió en una fuente de ingresos. También comenta que su familia en un comienzo sintió temores respecto al cambio de vida, no es fácil salir de un mundo tradicional, con una carrera y una trayectoria en el mundo de la arquitectura, a un mundo mayoritariamente informal, que Macarena se esforzaría por formalizar y profesionalizar.
Para mi papá igual fue tema al principio. Creo que en algún minuto igual él me dijo “Pucha, si te va mal”, porque obviamente la gente siempre piensa que te va a ir mal, es como “Bueno, vuelves a lo que hacías antes”. Y sí, puede ser, no es una puerta cerrada, sigo de repente haciendo cosas, y en estos años igual he hecho cosas, me han ofrecido pega…
Pero no es tu foco principal en este momento.
Claro. Hoy día mi foco principal es desarrollar mucho más este negocio, yo siento que he logrado identificar y profesionalizar este rubro y hay muchas manicuristas muy buenas en todo Chile que también creen en esta visión de que esto no es algo de paso, no es algo que elegiste porque era lo único que tenías para hacer o que podías elegir.
Es que ha habido un cambio en la cultura. A nivel mundial también las uñas tomaron relevancia, con los artistas, con las influencer, se formó una cultura de las uñas y que incluso muchas veces son parte del reflejo de la personalidad, de lo que proyectas.
De todas maneras. Creo que una de las cosas que más me motivó en hacer esto fue justamente eso, porque todas podemos mostrarnos como somos pidiéndote unas uñas. No sé, me toca de repente me traen fotos de cosas o tienen fiestas temáticas y quieren sus uñas temáticas. Entonces de repente es tan superficial para algunas personas, para otras significa un valor pero muy grande en su autoestima, en su personalidad, en mostrarse como son, en quizás soltarse un poco y no vivir en estos cánones tan de la manicura francesa que nos impone la sociedad de repente. Así que igual ha sido un aprendizaje.
¿Y cómo fue que decides dar este paso a ya tener definitivamente un lugar, un local, de salir del escritorio de tu pieza?
Yo dejé de trabajar. Estuve como más o menos ocho o nueve meses trabajando en mi casa, tenía un estudio. En esta búsqueda siempre estoy estudiando técnicas nuevas y tomando clases y cosas. Tomé unas clases en Buenos Aires, me fui de viaje y conocí un lugar que dije “que entretenido”, la onda era de un salón súper estético, que tenía todo, era muy entretenido, y eran puras chicas con mucho tema, como con mucha visión de negocio también. Entonces dije “Yo podría hacer esto”. Me di cuenta también porque mi agenda estaba muy llena, era muy poca la posibilidad que tenía de atender gente nueva, se me llenaba de mes a mes, la gente me buscaba, las clientas se repetían, les gustaba mi trabajo y de repente como que dije “Ya, bueno, yo puedo hacer esto”. Como llevaba igual un tiempo trabajando de arquitecta e hice este cambio, era también un ingreso esto de las uñas que estaba ahí. Tenía esta visión de “Bueno, tengo un sueldo de arquitecta, esta plata la voy a juntar o la voy a ahorrar”. Tenía un colchón para poder decir “Ya bueno, veamos qué pasa, emprendo, tengo que buscar otras personas porque sola no doy abasto”. Y ahí empezó a crecer Cherry Bomb.
Macarena comenta que se instaló cerca del Parque Japonés en el 2019, y que partió sin entender nada de negocios. Pero que, como muchos emprendedores, se apoyó en la experiencia de otros emprendedores y gente que pudo apoyarla y enseñarle de a poco el mundo de las finanzas, del servicio de impuestos internos, de los contadores y de las empresas.
Con suerte sabía hacer una boleta. Toda la formalidad que tiene un negocio es algo que hasta el día de hoy estamos aprendiendo. Estaba luchando con el SII (Ríe) Porque a mí me gusta hacer uñas, nunca fue como “Voy a hacer uñas y me voy a poner a administrar mi negocio y voy a buscar personas para que hagan el trabajo y yo veo de afuera el panorama general”. Nunca fue así, porque la gente obviamente me buscaba para que le hiciera el mono, para que le hiciera el diseño, para que le hiciera, se querían atender conmigo. Yo siempre lo enfoqué a esto característico que tenía mi negocio, los diseños, saber dibujar, que era algo que siempre me había apasionado.
Sí, de hecho te iba a preguntar porque como hablábamos recién, hay un montón de cosas que uno desconoce, que no sabes porque no está dentro de tu radar del día a día. Entonces, ¿Qué es lo que a ti se te ha hecho más difícil de ser emprendedora, de formar esta marca, de trabajar el día a día?
Yo creo que lo más difícil es tener una visión, o sea, en mi caso, de qué es lo que deseo, hacia dónde quiero que vaya, porque va mutando, va cambiando, los equipos de trabajo van variando. Como este rubro es tan informal, es difícil encontrar gente que diga “Yo me quiero dedicar a esto y formar parte de un negocio”, siempre está esa búsqueda de independencia. Entonces ese proceso de crear grupo, de crear equipo, de tener esa visión de que me tengo que planificar si quiero que mi negocio crezca tanto en este año contable. Esto es lo que yo siento que más me ha costado. Recién ahora me siento un poco más tranquila después de un montón de años buscando cómo mejorar, sigo haciéndolo, seguimos tratando de mejorar las cosas, pero ya es distinto. Hubo un tiempo en que el negocio fue bajando, subiendo, la pandemia nos afectó un montón, tuvimos que cambiar de local y pasamos por varios lugares hasta es que estamos hoy día, que estamos en un lugar netamente comercial. Es como eso, es entrar a ser formal en un rubro tan informal. Porque claro, ahora nos pegamos con los impuestos y los contratos, y que hacemos, y el registro de marca y claro, y toda esta burocracia que está detrás, que son necesarias para que un negocio funcione y que tú no sabes porque no es tu tema. O sea, mi tema era hacer uñas, y hoy día tienes que tomar clases de meta o no sé qué, para entender cómo publicitar no sé qué.
¿Te has ido apoyando con servicios externos? No sé, contadora ¿algo así?
Si, que nos apoya en temas que uno no maneja, y que tienes que entender. Y también entendamos que en esta burocracia que tenemos, que de cierta forma el emprendedor es aparte. O sea, no eres una empresa grande, eres una empresa que está creciendo, eres una empresa que a veces no crece. Entonces como esa visión creo que es súper necesaria como que uno la tenga.
Maca, y entre todo este mundo tan ocupado, tan rápido, y con la agenda tan ocupada ¿Qué haces para no perderte a ti misma?
Yo siento que estos años esto se ha transformado en mi objetivo del día. Entonces justamente este último año, que ya llegó gente a ayudarnos, que tenemos chicas que ya llevan mucho rato con nosotras, que hemos formalizado el negocio, como que siento que puedo decir “quiero mi tiempo para desconectarme igual un poco”. Para bajar y no sé, pintar, aunque lo hago todos los días, es algo que me gusta hacer, que me gusta realizar en mi casa, en privado, con mis cosas, que se yo, esos tiempos como de recreación quizás de repente con mis amigos, con mi familia, que han pasado muchos años, en que quizá me perdía, no sé, el bautizo de no sé qué, el cumpleaños de no se cuánto, la fiesta de no sé qué, porque las uñas es un rubro que trabaja el sábado, que se trabaja hasta tarde y que la gente tiende a verlo como muy de repente. Pero cuando ya estás en un rubro, y ya estás con una agenda formal, y ya estás con gente que quiere mes a mes tu trabajo, hay que organizarse un poco más.
Creo que esos tiempos como ocio son necesarios. Si bien antes esto era mi tiempo de ocio, hoy día ya es mi trabajo, entonces tampoco puedo esperar vivir y morir aquí, como no hacer nada, volver a centro, de repente salir a la playa, no sé, hacer otras cosas que de repente tienen que ver con otros. Disfruto obviamente mucho mi trabajo, como dicen las niñas acá, o sea, uno viene a trabajar y es como que en verdad no estoy trabajando.
Claro, es que el emprendimiento se basa en amar lo que uno hace, porque para dejar una vida totalmente distinta atrás y empezar este nuevo camino, te tiene que gustar lo que estás haciendo, porque si no, me imagino que se pierde el propósito.
Claro, y eso también, o sea, no olvidar por qué lo haces. Porque en el día a día hay miles de problemas, en el mes hay millones de problemas que quizás tienes que resolver, pero al final del día lo hago porque me gusta hacerlo y soy feliz en ese proceso creativo de un espacio minúsculo de una uña. Además, estás en una constante conversación con una persona que tú atiendes, que le preguntas cómo le va, porque también dentro de todo eres como medio psicólogo, psicoterapeuta, entonces en ese proceso después de tantas horas al día donde lo haces constantemente, no sé, cuatro o cinco personas diarias, te pierdes un poco también porque uno tiende como a agotarse. A veces quiero llegar y no hablar con nadie, hacerme bolita.
Pero no me olvido eso, no olvido cuando estoy esmaltando las uñas, por ejemplo, algo muy tonto, pero trato de no olvidar lo que me gusta de esto, lo que me gusta del proceso, después de ver a la gente cómo va cambiando igual, cómo van cambiando sus uñas, como su personalidad de repente va mejorando. Y eso es algo muy bonito de este rubro que igual siento que hace crecer mucho mi negocio, porque nos enfocamos en hacer vivir a la clienta una experiencia de entretención, de que te vienes a relajar, vienes a pasarla bien, que vienes casi con amigas a conversar, a hablar de la vida. Entonces eso igual es entretenido, darte cuenta de que tu aporte en esta vida tan superficial.
Si hoy tuvieras que darle un consejo a otra mujer, o a otra persona que esté pensando en emprender, que quiera dar ese salto ¿Qué le dirías?
Que se atreva, que si hace las cosas con cariño, con amor por lo que haces, con pasión y encuentras eso que te gusta hacer, atrévete, nada puede salir mal. Trata siempre de ser ordenada, si bien uno no se puede planificar por tantos meses en adelante, planifícate una semana, no sé, ten claro cuáles son esas pequeñas cosas que tienes que hacer para llegar al lugar donde quieres estar. Mirarte también con un poco más de cariño y decir “Mira lo que he avanzado, mira dónde estoy, donde estoy”. Uno siempre está pensando y mirando el futuro, en decir ¿A dónde quiero ir, a dónde quiero llegar con esto? ¿Qué es lo que quiero hacer? Y dejas de vivir un poco ese momento, de disfrutar ese momento, mira lo que estás haciendo ahora.
Si aprendiste a hacer algo, que lo haces porque te gusta, sabes que a la gente le gusta lo que tú haces y te están diciendo “Oye, hazlo, impúlsate”, Es como esa frase “Hazlo con miedo, pero hazlo”. A lo mejor no te va a salir bien a la primera. Hoy día tu trabajo puede salir mal, pero mañana lo vas a hacer de nuevo y te va a ir mejor y vas a avanzar y vas a aprender. No tener miedo a ese fracaso. Creo que esa frustración, como que salió un poco de mi vida gracias a eso, gracias a esa vida del emprendedor, de decir “bueno nada, me paro de nuevo y le doy y hasta que me salga”, y a lo mejor me voy a demorar 10 veces en hacerlo mal, pero un día me va a salir bien.