FFMCS 2025Visto 287 veces — 04 noviembre 2025

Oriunda de Tocopilla, y con una larga trayectoria vinculada al Departamento de Ingeniería Civil en Computación e Informática en la Universidad Católica del Norte, lugar que fue su casa de estudios, Vianca Vega Zepeda, hoy Doctora en informática y académica, utiliza su plataforma para dos áreas que ha desarrollado de manera conjunta: La docencia y la investigación. Con un gusto por la programación que nace desde pequeña, y una carrera que le ha permitido vivir su pasión, actualmente desarrolla y emplea estrategias de inclusión en el aula, al mismo tiempo que busca que la computación, la informática y la tecnología lleguen a más personas, sobre todo a mujeres.

 Esta es la pregunta base, algunas entrevistadas me han dicho que es la más complicada de responder ¿Quién es, en sus palabras, Vianca Vega? Desde lo personal y lo académico.

Vianca Vega es una mujer que lucha por sus ideales desde todos los ámbitos, y creo que estoy convencida de que todos podemos aportar de alguna manera a tener una sociedad más justa. Esa es mi bandera de lucha y eso es lo que trato de reflejar e implementar en todos los ámbitos de mi vida. Y desde el ámbito académico soy una persona que ya es parte del inventario de la UCN. Llegué a esta universidad a estudiar cuando tenía 17 años, hace poco cumplí 55, y estuve muy poco tiempo fuera. Cuando me titulé trabajé aquí mismo en la Universidad en la Dirección de Informática, después me fui a SQM, y después volví a hacer clases, pero ya no me fui más Creo que conozco muy bien la institución porque me ha tocado estar en varios cargos administrativos también, no solo en la docencia y la investigación, y sobre todo en un área que está fuertemente masculinizada, así que creo que todas esas cosas me han marcado.

Eso mismo iba a abordar. Hoy es sabido que el área de la informática, la tecnología y la innovación están en boga, y que se requiere en todos los ámbitos independiente de si es a nivel técnico o universitario, pero sigue siendo un área mayormente masculina. ¿Cómo fue insertarse en un mundo tan masculino, hubo dificultades, quizá algún sentimiento de “Me miran distinto porque soy mujer e informática”?

Sí, la verdad que sí, ha sido complejo. Yo agradezco que hemos evolucionado un poco, aunque todavía nos falta. Pero desde mi experiencia aquí como académica y como estudiante también en el área de informática, en los inicios fue difícil, en el sentido de que estaba muy normalizado el escuchar los comentarios machistas, el que te hicieran las bromitas que no tienen ninguna gracia en realidad. Y en la actualidad afortunadamente sí se ha notado un cambio, además del hecho que yo a estas alturas de mi vida tampoco aguanto, entonces ya ahora sé que puedo poner los límites que correspondan y que las cosas son diferentes.

¿Cómo nace el amor por la informática?

Yo estudiaba en Tocopilla, estaba en segundo medio y llegó una institución que ni siquiera me acuerdo cuál era, a hacer un curso de programación al liceo, yo tomé ese curso y de ahí me enamoré de la programación y fue un “Esto es lo que yo quiero”, y fue a lo único que postulé cuando salí de cuarto medio, informática en distintas universidades, pero solo informática y quedé mi primera alternativa que era acá en Antofagasta en la UCN.

Un amor que nació desde pequeña…

Sí, desde segundo medio, y de hecho no era así como en otras personas que dicen “No, yo soy solo bueno para las matemáticas”, entonces tiene que ser una ingeniería. En realidad a mí me iba bastante bien, también me gustaba mucho escribir, gané concursos literarios en el liceo y cosas así, como que tenía la oportunidad también de mirar a otras áreas, pero no, fue esto de la lógica, el resolver problemas, el generar cambios, lo que a mí me gustó y yo dije “aquí me quedo”.

Esto lo hemos hablado con otras entrevistadas, y es que normalmente las familias tienden a empujar a los hijos a que estudien carreras tradicionales, que sea derecho, medicina, ingeniero. Pero poco se habla de impulsar a los chicos y chicas desde pequeños, desde la básica, a estudiar carreras de otras áreas y que sobre todo tengan bases científicas o académicas. En su caso ¿Cómo fue la recepción familiar de su decisión?

Mira, en realidad yo creo que hubo dos factores súper importantes como para que mi familia no supiera en que yo me estaba metiendo. Por un lado, por la edad que yo tengo, en esa época no era tan accesible la universidad, yo soy la menor de siete hermanos y soy la única que tiene un título universitario, mis hermanos todos tenían algún título técnico porque habían nacido con dos años de diferencia cada uno y los recursos económicos no eran tantos. Mi papá era operador del salitre, entonces era un obrero, no tenía muchos recursos, y en Tocopilla tampoco había universidades ni centros de formación técnica ni nada por el estilo cuando yo estaba en el liceo. Así que mi familia, mis hermanos eran los que más me apoyaron, así como “Ahora estamos nosotros”, y ellos ya estaban todos trabajando. De hecho, yo tengo mucha diferencia de edad con mis hermanos, entonces cuando yo nací, algunos estaban hasta casados, trabajando, con hijos y todo. De hecho, mis hermanos mayores molestaban que yo era la menopausia de mi madre, mi mamá tenía 43 años en esa época, y era como impensable tener bebés a esa edad cuando nací yo. Yo creo que a mí quien más me motivó a entrar a la universidad y verlo como una alternativa fue una profesora de matemáticas que yo tuve en el liceo, que ya falleció. La profe Nana era conocida en Tocopilla, Eliana Alfaro, ella estaba recién titulada de matemáticas de acá de la UCN y volvió a trabajar en el liceo, y ella fue la que nos hablaba a nosotros de la experiencia universitaria, de que, si se podía que lo hiciéramos, y yo creo que ya fue mi referente femenino para poder optar a la universidad.

¿Cómo ve usted que ha sido la transformación en el ámbito de la informática desde que usted entró a estudiar hasta ahora? En relación, por ejemplo, con el ingreso de más mujeres a la carrera y al área.

Es un poco irónico porque la computación parte en los hombros de muchas grandes mujeres. La primera programadora Hedy Lammar, que fue la que hizo los primeros avances tecnológicos para tener lo que ahora es el wifi, estaban las calculadoras de la NASA, que fueron este grupo de mujeres super power que pudieron armar y hacer funcionar los primeros computadores de la NASA. Sin embargo, estuvimos ocultas por mucho tiempo y hasta el día de hoy sigue siendo cerca del 10% solamente de estudiantes mujeres las que ingresan a la carrera. Sigue siendo una carrera que está fuertemente masculinizada, aunque se han hecho esfuerzos desde la facultad, desde la universidad, pero seguimos así. Y además de que entran pocas mujeres, también se van antes, no terminan la carrera y todavía tenemos ahí una deuda en identificar qué es exactamente lo que está haciendo que nuestras estudiantes se vayan. Insisto en que hemos avanzado, pero todavía nos sigue faltando mucho.

En los técnicos nivel superior también pasa lo mismo en las áreas de informática, son muchos estudiantes, pero pocas mujeres.

Yo en este semestre hago tres asignaturas, y si sumo entre las tres asignaturas, tengo dos chicas, es super poco.

¿Y cómo cree que se podría motivar o impulsar que más mujeres se acerquen a la computación? ¿Cómo se podría motivar a nivel de políticas públicas el que más chicas se interesen por la programación, la informática, la ciberseguridad, por ejemplo?

Yo tengo, esta es mi apreciación, no tengo ninguna evidencia para demostrar que sea cierta, pero yo creo que muchos de nuestros estudiantes varones llegan a la informática por los videojuegos, porque les gustan los videojuegos, entonces se meten más en el área de computación y por ahí como que entran. yo creo que hay un desconocimiento de parte de las niñas en relación a lo que es y no es la informática, y qué pueden desarrollar en esa área. Y no sólo para que ingresen a computación, sino que eso sí que está demostrado en muchas partes, y es que el desarrollo del pensamiento computacional desde niños pequeños es un tremendo aporte para el desarrollo de todas las habilidades cognitivas de la gente en general. Entonces, yo creo que como política pública, si existiera en el país, desde la enseñanza básica, un programa oficial de desarrollo de pensamiento computacional, probablemente eso aportaría a que llegaran después más mujeres, porque conocerían desde antes cuáles son los alcances de la informática.

Hay actualmente algunos programas, pero son reducidos, que abordan computación en niños, pero claro, son pocos y privados.

Y sigue sin ser una política pública. Acá en la universidad también hay otras alternativas. Por ejemplo, hay una iniciativa nacional que se llama Technovation Girls, que trabaja con la facultad y ellos les hacen clases solo mujeres entre séptimo a cuarto medio, tienen clases todo un semestre y después terminan con un concurso, eligen a las mejores del país y se representan a las mejores del país a nivel mundial, es un programa bien interesante. Y como ese existen otros, está Ingeniosas en Santiago, están las Niñas Pro, pero todas instancias que nacen desde entidades privadas y no una política pública como tal.

Si, y también se ve un enfoque más bien a la automatización y programación, pero enfocado en minería, como que encasilla un poco el asunto.

Yo creo que una de las cosas más bonitas que tiene la computación, y es lo que a mí me gustó mucho cuando entré a la universidad, es que tú puedes trabajar en el área que quieras. Tú eres informática, pero la minería necesita informáticos, salud necesita informáticos, el área del retail necesita informáticos. Yo trabajo en temas de inclusión para personas con discapacidad y neurodivergencia, pero también ahí se necesita la tecnología.
Entonces yo siento que el plus más grande que tiene la informática es que tú puedes aprender en realidad de muchas otras áreas, de lo que tú quieras, tú te puedes especializar en otro mercado, por decirlo alguna manera, o en otro dominio desde la informática. Yo veo que aquí es algo importante para el departamento de computación y es que siempre hemos estado convencidos de que nosotros debemos preparar a nuestros estudiantes en que aprendan a aprender, o sea, que tengan esta capacidad del autoaprendizaje, porque ellos están acá cinco años y en cinco años la tecnología evoluciona mucho, y no podemos pretender que vuelvan a la universidad para aprender las nuevas tecnologías. Nuestros titulados y tituladas tienen que estar preparados para poder aprender de manera rápida y autónoma cualquier nueva tecnología que vaya apareciendo. Y eso también es bonito, a mí me entusiasma por lo menos saber que no puedo quedarme dormida y tengo seguir estudiando constantemente.

Hablábamos antes que usted igual ha desarrollado dos áreas que son la docencia y también la academia, la investigación, entre otras cosas. ¿Cómo ha sido el poder llevar estas dos áreas de la mano sin abandonar la una con la otra? ¿Y qué dificultades ha encontrado en cada una a medida que ha ido procesando su carrera?

No ha sido fácil. Yo en el área de investigación inicié con el doctorado mientras tenía a mis dos hijas pequeñas, estaban chiquitas y mi programa de doctorado era un programa semipresencial. Entonces eso significaba que yo seguía trabajando acá en la jornada habitual, más mis hijas pequeñas y más el tener que cumplir con los trabajos de las asignaturas del doctorado y la investigación de la tesis, todo lo que correspondía. Entonces fue el asumir una carga, el saber que esto me iba a implicar un trabajo mayor, pero lo hice porque estaba convencida que en realidad iba a tener de alguna manera cierta retribución a largo plazo el poder seguir desarrollándome en mi carrera académica. Ahora, otra cosa que lo hemos conversado con las colegas de otras áreas de aquí de la facultad es que somos menos mujeres en la facultad en general, pero mayoritariamente los cargos administrativos están asociados a mujeres. Entonces yo fui jefa de carrera primero cuatro años, después dije “Ya, por favor, déjenme terminar la tesis”. Terminé la tesis y después volví a ser jefe de carrera siete años. Y el estar como jefe de carrera me ha limitado en los avances en investigación, porque son dos cosas que son muy demandantes en tiempo, o hago una o hago la otra. Así que si yo no hubiera aceptado ser jefe de carrera, probablemente mi carrera como investigadora sería mucho más potente de lo que es el día de hoy. No me quejo necesariamente porque creo que ambas facetas me han aportado y gracias a los roles, los distintos roles que he cumplido, soy quien soy el día de hoy y he aprendido muchísimas cosas. Pero sí tengo claro que una cosa ha afectado a la otra, entonces no se puede hacer todo y cuando tratamos de hacerlo todo es cuando terminamos enfermas. Fue difícil, como te digo, pero lo logré y gracias a eso he conseguido muchas satisfacciones en mi vida.

Ahora respecto a fondos para investigación, este tema también ha sido recurrente, y es que en Chile se hace difícil obtener recursos o fondos para investigar. Hay un alto nivel de competitividad en todas las áreas, requisitos de forma y de fondo para concursos, la cantidad de personas que pueden trabajar en un mismo proyecto, la carga que se asume junto a las demás tareas propias de los investigadores, etc. ¿Cómo ha sido su experiencia en esa área?

La verdad es que en nuestro país poder obtener fondos públicos es bastante difícil, casi depredador entre universidades, ni siquiera entre investigadores, sino que entre universidades. Por mucho tiempo siempre se repitió el patrón de que eran las grandes universidades del centro del país las que se adjudicaban todos los fondos, o la mayoría de ellos. Afortunadamente en el último tiempo se está haciendo la diferenciación y se entregan puntos extra si el proyecto está a cargo de una mujer y si la postulación es desde regiones, eso ha permitido un poco empezar ahora a emparejar la cancha, pero es reciente y efectivamente sí es muy competitivo. Tiene que ver también con los recursos que tienen disponibles las universidades, o sea, nosotros si somos una universidad regional y no somos estatal, además recibimos menos recursos que los que recibe una universidad estatal, y eso significa que como docentes del área tenemos que asumir más tareas porque hay menos manos disponibles y eso va quitando tiempo, y en el fondo te queda menos tiempo para poder hacer la postulación a los proyectos, para poder adjudicarte los fondos y el mismo.

¿Y eso desincentiva que se haga investigación desde las regiones?

Yo creo que por lo menos en lo que yo he visto aquí en mi contexto, más que desincentivar, ha sido como un desafío. Y a nivel de departamento, este último año nos hemos adjudicado varios fondos, no yo como directora de proyectos, pero si mis colegas, han logrado adjudicarse fondos nacionales y regionales. Igual tenemos la ventaja de que somos un área que tiene una gran proyección y que está a la vista del gobierno regional, de hecho a fines del año pasado el Departamento se adjudicó acá la creación del Centro de Inteligencia Artificial Regional, y se nos otorgó mucho dinero porque se entiende que la inteligencia artificial es lo que va a permitir incrementar y acelerar un poco el desarrollo de las empresas y de todas las zonas.

Iba justamente a avanzar para ese lado porque es innegable que la Inteligencia Artificial llegó para quedarse, pero también genera cierta reticencia de ciertos sectores o de las personas básicamente, con esta frase típica de “Nos van a reemplazar con la inteligencia artificial”. ¿Cómo ha sido el insertar la inteligencia artificial en el cotidiano de las personas que se dedican al área de programación, de informática, de computación? ¿Cómo se aprovecha la IA?

Cuando hablamos de inteligencia artificial, yo siempre recuerdo y traigo a la conversación un expositor español que vino una vez a Puerto de Ideas, que su reflexión a mí me gustó mucho y me quedó grabada. Él decía que cuando las civilizaciones recién partieron, íbamos con un baldecito los seres humanos a buscar el agüita al río, íbamos y regábamos la plantita. Luego de eso aparecieron los sistemas de regadío, muy antiguos también. ¿Y qué permitió eso? Que el hombre ahora pudiera mirar las estrellas y comenzar a desarrollarse, la astronomía, por ejemplo. Entonces él decía que ahora es lo mismo. Claro, tal vez los trabajos que son más rutinarios podrán de alguna manera ser reemplazados, pero esa es una oportunidad también para que la humanidad mire y se ponga otros límites, se ponga otros objetivos y pueda hacer otro tipo de cosas y a mí me hizo mucho sentido esa reflexión. Ahora, si lo llevamos al día a día, yo creo que no hay que tenerle miedo a la inteligencia artificial, al contrario, hay que conocerla para saber que es una herramienta, no es otra cosa que una herramienta, y que va a depender de cómo nosotros la utilicemos también, que le demos un provecho. Y además el uso siempre tiene que ser ético, y eso tiene que ver con la definición de políticas públicas, de la formación de la población para que aprenda de qué se trata. Por ejemplo, acá en la universidad, que es un temor que tienen muchos, algunos profesores de otras áreas, así como que “no, que los estudiantes van a copiar”, he sabido incluso de programas de maestría que les están exigiendo trabajos a mano para que no usen la inteligencia artificial lo cual me parece insólito. Yo lo ejemplifico así, todos sabemos que en los supermercados no deberíamos comernos las cosas adentro, porque estamos robando, siempre va a haber una o dos personas que igual roben, pero ya mayoritariamente respetamos las leyes y sabemos que no debemos hacerlo. Es lo mismo, si nosotros tenemos claras cuáles son las reglas y cuál es el uso ético que podemos darle a las herramientas de inteligencia artificial, va a haber uno que otro que siga haciendo mal uso, pero ya la generalidad va a saber cómo usar esa herramienta. Y vuelvo a insistir, es una herramienta, no podemos darle el carácter de otro que es otro ser, o el ente superior que va a iluminar mi camino, no es una herramienta. La esencia de la inteligencia artificial son los datos de dónde está sacando la información, y si yo tengo los datos malos, obviamente lo que me va a entregar es malo, o sea, va a ser incorrecto, va a ser una alucinación, puedo tener un informe que a la vista se ve muy bonito, pero que en el fondo no dice nada. Yo creo que aquí lo importante es formar a la gente, y no solo a quienes trabajamos en el área informática, sino que la señora del negocio de la esquina también podría sacarle provecho de alguna manera a la inteligencia artificial si conociera las herramientas, si conociera en qué parte de su negocio le va a ayudar. Entonces yo creo que todo tiene que ver con la formación y el acceso a esa información.

Todavía existe un gran nivel de analfabetismo digital, hay gente que por ejemplo no tiene idea cómo usar Excel, que todavía realiza procesos en papel, y son cosas pequeñas pero que a través de la informática y la programación permite agilizar muchos procesos, y se pueden hacer cambios super potentes en las finanzas, negocios, trabajo, son menos horas, menos posibilidad de error, etc.

Yo creo que históricamente hemos cometido un error como sociedad en general, que es ue nos saltamos un paso importante. Por ejemplo, hace muchos años, cuando los estudiantes llegaban al primer curso de la carrera, nosotros teníamos una unidad en donde le enseñábamos Excel, PowerPoint, Word, para que ellos aprendieran la base, para que ellos pudieran entregar sus informes de manera bien hecha y todo, y después dijimos, “oye no, pero es que en el colegio les están pidiendo informes en Word, le están pidiendo cosas en Excel, entonces ya nosotros no lo ponemos más”. Pero resulta que en el colegio tampoco se hicieron cargo de enseñarles a usarlo. Y yo creo que ahora con la inteligencia artificial está pasando lo mismo, es como que existe la inteligencia artificial, ya úsenlo, pero nadie se está encargando de enseñarle a los estudiantes de enseñanza básica, enseñanza media, cómo usar esa inteligencia artificial y para qué, y en qué contexto ético.

Como el caso de los estudiantes que creaban fotos de sus compañeras con inteligencia artificial, fue súper mediático.

Claro. Y no sólo podemos pensar que son los adolescentes los que están haciendo eso, o sea, hace unos meses fue muy bullicioso un caso de una revista científica que se dio cuenta que había algunos autores académicos, no me acuerdo de qué país eran, que a través de la IA estaban dejando mensajes dentro de los artículos para darle la orden a una IA que aceptara sus trabajos, así como instrucciones a una inteligencia artificial con color blanco para que no se notara el texto que estaba puesto ahí. Y como ellos sabían que algunos revisores también utilizan IA, entonces a través de eso le dejaban el comando para que fuera recomendada la aceptación de su artículo en la revista, y eso se descubrió, eran más de diez artículos que estaban en esa situación. Nada de ética, pero nada.

Abordando otro tema, la siguiente pregunta tiene dos áreas, está enfocada en lo mismo, pero para un lado positivo y un lado negativo.  Durante su trayectoria, durante su carrera, ¿Tiene algún momento que ha dicho “valió la pena el esfuerzo”? Que sea como una realización personal, tipo “Por esto yo hago lo que hago”.

En términos de docencia, cuando llega el examen de titulación de los alumnos y yo veo la cara de la familia de esos alumnos, yo digo “valió la pena”. Es algo que se repite de verdad, cada vez que yo miro a esa mamá, ese papá, que se nota que son de condiciones humildes, que no tienen el mismo nivel educacional que sus hijos, y ven a su hijo ahí, cuando la comisión le dice ya eres ingeniero, eso para mí es como me llena el alma, de verdad. Y en términos de investigación, yo creo que más que decir, así como un resultado específico de mi investigación, para mí también ha sido súper satisfactorio cuando he visto que mis hijas han dicho “Mi mamá que es bacán”, y ha sido producto de tareas que yo he realizado como parte de mi trabajo. Yo creo que esos son los momentos, así como que más me reconfortan, más que decir “¿Sabes qué? Obtuve una publicación, wow, me gané este proyecto de tantos millones”. Yo creo que tiene que ver con el impacto indirecto que genera mi trabajo en otras personas.

Y ahora por el lado contrario, lo mismo, pero que haya sido un momento de quiebre o de reflexión, tipo ¿En verdad este es mi camino, en verdad esto es lo que quiero seguir haciendo?

Sí, hubo un momento cuando yo estaba recién partiendo, llevaba cinco años acá en la universidad, con boletas de honorarios, sin contratación, y la primera vez que yo postulé a un cargo se lo dieron a otra persona que tenía mucha menos experiencia. A un hombre que estaba recién titulado, con mucha menos experiencia, y quien estaba en ese momento a cargo de esa decisión me dijo sin pelos en la lengua, porque en esa época era absolutamente aceptable, “es que lo elegimos a él porque tú eres mamá, entonces no vas a poder dedicarte a sacar un doctorado o hacer investigación”. En ese momento mi primer impulso fue ¿Qué estoy haciendo acá? Pero después de un rato de pensarlo, le di la vuelta y dije voy a sacar mi doctorado para demostrarles que efectivamente están absolutamente equivocados, y que no tiene nada que ver con que, si yo tengo hijas o no tengo hijas, el llegar a donde Dios me proponga llegar. Yo creo que ese momento a mí me marcó, nunca se me ha olvidado, tengo hasta la imagen en mi mente de esa conversación. Pero sí, en ese momento yo me cuestioné bastante ¿Qué estoy haciendo acá? ¿Por qué aguantar? Era abiertamente una discriminación pero como te digo, en esa época era más aceptado también nosotras como mujeres callábamos más. Ya ahora, ahora me llegan a decir algo así, yo inmediatamente pongo los límites que corresponden, pero antes no era así. Yo por mucho tiempo, y yo lo he conversado con otras personas, que cuando mis hijas estaban pequeñas y yo estaba casada, en ese momento el papá de mis hijas trabajaba, bueno, hasta el día de hoy sigue trabajando por turnos. Entonces cuando a veces salían proyectos de asistencia técnica, por ejemplo a empresas y a mineras acá nos decían “Ya, hay que viajar”, “Hay que ir mañana a Santiago, hay que irse mañana a Calama, hay que subir a esta faena”. Mis colegas hombres en ese mismo momento decían “Sí, ya, voy”, sin embargo, para mí significaba toda una logística detrás, era así como a ver en qué turno está él, si él está trabajando, mi hermana tiene disponibilidad, ¿se podrá quedar ella con la casa? Entonces esas diferencias tienen que ver también con que la carga de la maternidad y de la administración de la casa estaba fuertemente centrada en la mujer también. Ahora hemos avanzado en ese ámbito, o sea, yo veo colegas más jóvenes que realmente se hacen cargo y son corresponsables de todo lo que tiene que ver. Me acuerdo para la pandemia hubo una vez una reunión en donde había una persona dijo “Ya, ok, estoy conectado en la reunión online, pero me toca cuidar a mi hijo que está aquí al lado”, porque se turnaban con su esposa y algunos colegas tipo “ay, qué súper hombre”, y oye, es un padre responsable, nada más que eso, no es un superhombre, es un padre responsable, está asumiendo su paternidad como corresponde. Es un cambio cultural y como cualquier cambio cultural es a muy largo plazo, pero evolucionamos.

Nos van quedando ya las últimas preguntas, una de ellas está relacionada con su infancia, y es si usted alguna vez de niña se vio como una académica, como una investigadora, ¿Cuáles eran las proyecciones de Vianca Niña en relación a su futuro?

Si pensamos, así como niña en la enseñanza básica, la verdad es que no. Yo vivía en mi burbujita de felicidad del día a día y nunca como que me había proyectado. Fue recién en el liceo cuando ya empecé a proyectarme y a darme cuenta que había algo más allá de Tocopilla, que en realidad fue un lugar ideal para crecer, porque era un lugar muy seguro, muy estable, en donde podía moverme dentro de mi ambiente sin ponerme en ningún tipo de riesgo. Pero claro, por el hecho de estar ahí tan segura y cómoda, en mi infancia nunca pensé así como a ver a dónde voy a llegar o qué quiero hacer. Ahora los jóvenes están buscando salir, buscan estas oportunidades de seguir estudiando, de ir a la universidad, un técnico, pero sigue habiendo gente que como que no sale de Tocopilla.

Ya la última pregunta es, pensando en esto que hemos hablado también de cómo incentivamos a niñas, sobre todo a mujeres, que quizás tienen interés en la computación, en la informática, la inteligencia artificial y en todo lo que es programación y automatización, ¿Qué mensaje le podríamos dejar a esas niñas, a esas jóvenes que se quieren dedicar a esta área, pero no saben cómo hacerlo o tienen esta presión familiar de irse a otras áreas?

Insisto yo en la idea de que aquí lo importante es la difusión y la formación de nuestra población, de todo, así como desde la abuelita, la señora del negocio, la dueña de casa, porque desde la infancia, desde las primeras infancias, yo creo que es necesario poder ir incentivando no solo en el área de computación, sino que reafirmar el autovalor, el autoestima de cada uno de nuestros niños y niñas, y específicamente que nuestras niñas entiendan que las carreras no tienen género. Siento que en la actualidad todavía existe esta percepción muy de que esta es carrera para hombres, esto es carrera para mujer, en términos de la ingeniería, así como “¿ay, pero ¿cómo vas a estudiar ingeniería?” Alguna vez conocí un psicólogo en un taller que yo tomé, que él era el que estaba a cargo del taller, y él decía que cuando él le dijo a sus padres que iba a estudiar psicología, los papás le preguntaron si era gay, porque también estaba asociado que las carreras humanistas eran más para mujeres. Entonces yo creo que no es sólo dar a conocer qué es la computación, que es importante, pero también tiene que ver con el cambio cultural nuevamente, que entienda en general la sociedad que no existen carreras asociadas a un género en particular y que las habilidades tampoco fueron repartidas, así como que “ay, el pensamiento lógico es para los hombres y la empatía es para las mujeres”. No, si las habilidades y todo lo que tiene que ver con lo intra y extrapersonal está repartido equitativamente entre hombres y mujeres, entonces podemos optar a lo que queramos. Y yo creo que si tuviéramos dentro de los currículums escolares asignaturas, así como computación, harían la gran diferencia al momento de entrar a la universidad.


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