Argentina de nacimiento, pero Antofagastina de Corazón… Hoy reconocida a nivel nacional e internacional como uno de los nombres que resalta en el Norte grande, es Directora del Centro de Biotecnología de la Universidad Católica del Norte, Directoria del Nodo Laboratorio Natural Desierto de Atacama, y Consejera del Consejo Nacional, Tecnología, Conocimiento e Innovación. Una mujer de carácter fuerte y convicciones claras, apasionada por la ciencia y por defender el importante rol que cumplen las regiones en el desarrollo científico, especialmente Antofagasta. Por un lado, Cecilia es una mente investigadora, y por otro, una mente artística que disfruta del folclor, el deporte y mantenerse activa, y que sabe que la vida no transcurre entre cuatro paredes, ni siquiera cuando se trata del quehacer científico.
Esta es una pregunta con la que partimos con todas nuestras entrevistadas, hoy quiero saber un poco ¿Cómo se describe usted a sí misma?
Desde el ámbito profesional creo que he liderado desarrollos importantes en la región, llevo mucho tiempo trabajando acá. Empecé a trabajar temas como biología molecular acá en el Norte cuando todavía no se habían ni implementado esas técnicas, me tocó ir haciendo camino en muchas temas, tanto en la Universidad como en la Región, incluso en temas a nivel país. Eso significó tener que abrir puertas y cosas que no son fáciles, pero que le dan a uno también una experiencia muy importante, que puedes mostrar, de la cual puedes hablar y decir con confianza que uno se merece muchas cosas por las que luchó. Actualmente nuestro trabajo se fundamenta en lo que es el estudio de la microbiota tanto en ambientes naturales como en ambientes industriales, así que hemos desarrollado conocimientos sobre ambientes extremos en el Desierto de Atacama, en suelos, salares, en ríos e incluso en ambientes volcánicos. Hemos cultivado microorganismos extremos, descrito nuevos metabolismos que se encontraron acá en el norte de Chile. También hemos trabajado y estamos trabajando para mejorar procesos biotecnológicos, como el proceso de biolixiviación. Tenemos varias patentes, desarrollos biotecnológicos en base a microorganismos de la zona. Entonces lo hemos hecho no solamente generando conocimiento, sino también tratando de aplicar el conocimiento a desarrollos que puedan ser de futuro potencial económico para la descentralización de la economía de la región. También creo que de alguna manera me ha tocado un liderazgo en cómo representar la ciencia de la Región, por ejemplo en el Consejo, que es un desafío interesante, pero que uno se da cuenta que realmente se necesita que estemos en esos ambientes, porque es escaso el conocimiento que tiene toda la administración central en función sobre las regiones y cómo vivimos en regiones, cómo hacemos ciencia en regiones, las oportunidades que tenemos y las amenazas.
De hecho, ese es un punto que me gustaría tocar también. He hablado con varias investigadoras, varias científicas, que han dicho que es casi hacer patria hacer ciencia en regiones hoy en día, y si bien se han abierto muchos más fondos y oportunidades, el mundo científico es altamente competitivo y cuesta obtener financiamientos. ¿Cómo ha sido para usted, a través de su trayectoria, desarrollar ciencia desde una región como Antofagasta?
Bueno, nosotros empezamos a trabajar con fondos de la universidad, exactamente un millón doscientos mil pesos, claro que era más plata de lo que es ahora, te estoy hablando del año 96. Después fuimos ganando otros proyectos, no tan fluidos pero que si nos permitieron avanzar, había proyectos, por ejemplo, también los fondos nacionales y regionales han variado, porque han variado también las lógicas, o sea, cómo entender la ciencia, y cómo entender la ciencia y el desarrollo productivo. Como ha ido cambiando en el tiempo, han ido cambiando también el tipo de proyectos, el tipo de monto, la cantidad. Antes se entendía mejor que había desarrollo científico, que requerían equipamiento, que requerían mucho trabajo de mano de obra, de trabajo personal, reactivos, cosas caras, ahora se entiende más como que la investigación es igual que innovación, y la innovación se hace entre cuatro paredes y un computador, entonces eso es más barato. Entonces los fondos se redujeron en lugar de aumentar, uno puede hacer muchas menos cosas, o tiene que, para poder seguir, postular a otro proyecto más, y otro proyecto más, y otro proyecto más, entonces las cosas se cortan. Ese tipo de cosas realmente ha disminuido mucho la posibilidad de hacer trabajo científico que tenga impacto realmente, porque no pueden esperar que con poca plata uno tenga mucho impacto. Entonces, claro, no hay equipamiento y se necesita, eso sí, son muchos cientos de millones de pesos, para avanzar, para hacer cosas importantes, y eso es difícil que la administración lo entienda. Ahora último han intentado trabajar con proyectos asociativos, entonces eso cada vez más es un peligro para las regiones, porque para ser asociativo tenés que tener buenos socios, pero entonces estos proyectos asociativos se van más todavía para el lado de Santiago, entonces nos quedan menos oportunidades y a veces nos invitan de las universidades de Santiago como para uno estar, pero no es lo mismo, no son los mismos fondos para el centro. Esas lógicas que se han ido cambiando a lo largo de la historia en la forma de administrar la ciencia, ha sido un problema que no ha tenido mayor solución, y aunque ha generado fondos regionales, aparecieron por ejemplo los centros regionales, pero los centros regionales también fueron manejados políticamente y no científicamente, el problema que tenemos nosotros acá también una serie de cosas que dificultan realmente la investigación en regiones.
¿Pero usted cree que el panorama, pensando por ejemplo en 20 años atrás y actual, ha ido mejorando o finalmente seguimos en una misma postura? ¿Hacer ciencia sigue siendo tan difícil como antes?
No es que sea más fácil, pero ha cambiado los problemas. Hay algunas cosas, por ejemplo, no sé, las universidades también están un poco mejor equipadas. Cuando nosotros empezamos había que hacerlo todo, no teníamos a alguien que nos hiciera la administración, las rendiciones de cuenta teníamos que hacerlas todos nosotros. Si había que hacer un contrato con una universidad extranjera, pasarlo al inglés, había que hacerlo nosotros, aunque no supiéramos términos legales, nosotros teníamos que hacer y pasárselo al contralor para que lo viera, o sea, todas esas cosas teníamos que hacerlas, había que conseguir una silla para el microscopio, ahí estábamos nosotros rescatando sillas de los basureros, soldando la silla para que fuera más alta, nos tocaban muchas cosas que hubo que hacerlas todas a pulso. Ahora tenemos más posibilidades, nosotros no hemos trabajado solamente con fondos públicos, tenemos una gran parte de nuestro financiamiento que viene de privados. Nosotros trabajamos con las empresas, les prestamos soluciones biotecnológicas, hacemos trabajos de investigación industrial, de desarrollo, hacemos también trabajos de evaluación ambiental, apoyando el trabajo que tienen que hacer las empresas para instalar nuevos procesos o para mejorarlos, y eso ha sido también una parte fundamental de nuestro financiamiento. Eso ha significado también que tenemos que tener los estándares que nos piden las empresas, tenemos que cumplir con tiempo, a veces, cuando llega gente nueva a trabajar en nuestro laboratorio, que han estado en sus doctorados en Estados Unidos o Europa, y qué sé yo, que uno le ponga la presión de que tiene que llegar con el resultado en dos semanas, como que no les gusta, porque están acostumbrados a trabajar más relajados. Entonces, hay que aprender a trabajar con la empresa, hay que aprender, hay que saber responder, hay que hacer las licitaciones, o sea, ponerse en todas esas complicaciones que requiere el trabajo con el mundo privado, pero que también nos ha dado la posibilidad de avanzar. Y además que la empresa no tenga que buscar afuera estos recursos. Si nosotros desde la universidad no podemos prestar este servicio especializado, la universidad tiene que buscarlo afuera.
Muchas veces se desconoce que existen este tipo de trabajos o servicios acá mismo, se tiende a pensar en universidades o centros de Santiago
En el caso nuestro, por ejemplo, creo que tiene que haber sido 2006 o 2007, por ejemplo, BHP cerró su centro de investigaciones en Johannesburgo, en Sudáfrica, y trajo su gente para acá, a nuestro laboratorio, en nuestras oficinas. Entonces, el centro de investigación de BHP, Microbiología, estaba acá, y eso significa desarrollo de conocimiento para el país, para la región. En cambio, Codelco decidió ponerlo en Colina, y todos los estudiantes del doctorado pagados por Codelco estaban en Santiago, en la Usach, en la Católica, pero no acá en la Región. Todas esas cosas son problemas políticos de empresas, que también se suman a lo que es la dificultad del desarrollo en regiones. Si hubiéramos tenido nosotros esos fondos que puso Codelco en la región, otro hubiera sido también el desarrollo de las universidades y de los centros de investigación. Acá hicimos el primer sistema de soporte en la toma de decisiones para sistemas de biolixiviación; la semana pasada participé en un workshop organizado por Novo Nordic, para expertos en biominería, y claro, éramos nosotros los expertos, éramos nosotros los que sabíamos lo que se puede implementar, lo que se puede hacer, entendiendo los procesos mineros. Entonces, nuestro trabajo ha sido destacado a nivel mundial, y eso también, porque en la región tenemos cosas que son excepcionales y cuando uno aporta al desarrollo de esas cosas que son excepcionales, tiene visibilidad mundial. Por ejemplo, la de escondida es la única pila que estaba monitoreada, y actualmente que está monitoreada, con el detalle que tenemos, que nos brinda conocimiento y demás. Entonces, todas esas cosas que son esfuerzo de una, pero también es la ventaja que tenemos de la región, que es lo que tenemos que saber también aprovechar.
Hace unos momentos usted mencionó que los estudiantes de postgrado se van de la Región de Antofagasta, ¿Cómo cree usted que podríamos, desde otras áreas, quizás potenciar el que jóvenes, incluso escolares de media, estudiantes de pregrado, quieran apuntar a carreras investigativas? ¿Cómo impulsamos que los jóvenes se interesen en esta opción?
También lo podemos impulsar, pero también el mercado chileno va a ser chiquito, o sea, si lo impulsamos, también se nos puede saturar. Nosotros acá recibimos estudiantes y gente que quiere venir a trabajar con nosotros, hay hartas personas entusiasmadas con la ciencia pero que no tienen espacio, entonces no es solo entusiasmarlos, sino que tenemos que abrir las oportunidades, eso significa también generar una plataforma y no sé si eso está tan claro. Acá por ejemplo ya no tenemos más mesas para recibir más gente o más estudiantes. Ahora ¿Cómo entusiasmamos a los más chicos? Creo que una buena posibilidad es que los estudiantes salgan un poco de los colegios, que vean. Mi hija que ahora tiene 26 estuvo en el secundario, y a los profesores les complica sacar a los muchachos del colegio porque tienen que pedir muchos permisos, es complicado
Si, tiene mucha burocracia el tema de los permisos escolares sean particulares o públicos. Es un tema…
Toda esa cuestión limita mucho el hecho que los muchachos y las chicas puedan conocer lo que se hace, ir, mirar. La experiencia que nosotros hemos tenido cuando vienen los muchachos y las chicas de los colegios es muy linda, se sorprenden, juegan con las cosas, pero son pocos los que tienen oportunidad. Entonces me parece que eso es una cuestión importante, que tengan posibilidades de ver; me acuerdo bien claro que a mi hija le pusieron una evaluación por un trabajo en el laboratorio y le pregunto ¿Cuándo fuiste al laboratorio?, me responde “No mami, no fuimos”. Resulta que le habían puesto la evaluación, pero no la habían llevado al laboratorio. Y los profesores tienen que conocer, o sea, tiene que haber un trabajo más con la educación, cómo la universidad trabaja con los educadores y cómo se hace una cuestión más de colaboración, que eso me parece que también es poco lo que hacemos en general desde las instituciones.
Se han ido creando ciertos espacios, como el Paseo por la Ciencia, Puerto de Ideas, ferias científicas donde invitan a colegios, estudiantes, pero no todos los colegios van, o no son tantas las instancias para llegar a todos los niños.
Yo siempre cuento, como yo soy de un pueblo pequeño y no había en el pueblo colegio secundario, los papás no hicieron el colegio secundario. Íbamos a clases en el mismo edificio donde se hacía la escuela pública primaria, ahí vamos nosotros en la noche, cuando terminaban los estudiantes de primaria. Entrábamos a las cinco y media de la tarde, trabajábamos hasta las diez de la noche, era nuestro colegio, Mi papá nos hacía contabilidad, mi mamá historia, la tía geografía, el vecino de enfrente nos daba la zoología y cada uno hizo lo que había que hacer para hacer un colegio. Después consiguieron que el ministerio lo validara y todo lo demás, pero ellos hicieron el colegio, no le pidieron permiso a nadie, lo hicieron. Cuando yo estaba de segundo año, el profe de zoología, que era el vecino nuestro de enfrente, que era veterinario, dijo un día que nosotros trajéramos agua podrida, porque él iba a traer el microscopio de su casa, porque por supuesto en el colegio no había nada, o sea, estaba la tiza, el lápiz, el pizarrón, nada más, ¡Ah, y el Panchito! Que era el esqueleto, eso teníamos. Y yo con mi amiga nos fascinaban esas cosas. ¿Pero de dónde sacamos agua podrida? Y pensamos y pensamos, y mi amiga que era más loca que yo me dice “Peti, el agua de los floreros de la Iglesia” y yo como “Tenés razón”, y fuimos corriendo a golpearle la puerta al cura que era un español bien cascarrabias pero que nos quería mucho, y ahí nos dijo “Qué queréis”, y le contamos que queríamos sacar el agua de los floreros para verlo en el microscopio, y nos dijo que bueno pero que le dejáramos los floreros bien ordenados (ríe). Buscamos el más podrido, entonces juntamos unos 4, pusimos el agua dentro de unos frascos y nos fuimos a la escuela a la tarde, más contentas que ocho, porque habíamos llevado lo mejor que teníamos. Y el profesor pone en el microscopio la muestra y dijo “¿Y de dónde sacaron eso”? “De los floreros de la Iglesia”, le contentamos. Y para nosotros no era una cosa de chiste, era una cosa seria, estábamos comprometidas, queríamos ver, y cuando pudimos ver a través del microscopio era cuestión era espectacular, los bichos se movían para todos lados, es un mundo nuevo que se te abre, que no tienes idea que existe. Para mí la televisión empezó cuando yo era más grande, estaba ya en la escuela, y no es que teníamos tanto bagaje así de tele como ahora que uno ve las cosas por ahí, ya las conoces. Esa experiencia del agua a mí me abrió un mundo totalmente distinto, el hombre podría tranquilamente no haber traído el microscopio desde su casa, fue una iniciativa de él que se le ocurrió, y nosotros por supuesto hicimos gancho altiro. Después seguimos que, con la rana, y que con palomas, el conejo, todas esas cosas, y son muchos que se te van abriendo. Por eso el poder ver las cosas, el tener la oportunidad de que no son cosas tan sofisticadas que se pueden hacer y que hay que implementarlas. Hay muchos colegios que tienen más capacidades de laboratorio, otros menos, pero habría que fomentarlo también.
Aprovecho de preguntar, justamente esa experiencia que usted comentaba de venir de un lugar que es pequeño, donde se creó este colegio, ¿Usted siempre se vio como científica de niña? ¿Recuerda haber pensado “¿Yo voy a ser investigadora, voy a ser científica”? ¿O eso fue algo que se abrió después?
Tanto como científica no, pero a mí me tocó vivir una generación en la cual nosotros podíamos soñar, era una generación en la cual estaba todo el tema de la Alianza por el Progreso, o sea, soñábamos que se podía hacer un mundo distinto. Hay una canción que se llama “Yo También Nací en el 53” de Dana Belén, y dice “Lo que más me apena es pensar vivir un fin de siglo distinto del que soñé”. Nuestras conversaciones de la siesta a la sombra del mandarino, para comer mandarinas y conversar esas cosas, eran tipo “Yo voy a ser médico”, “Yo voy a ser bioquímica, entonces yo puedo hacer los análisis”, y otro decía “Yo puedo cuidar al enfermo”, “Entonces yo puedo ser abogado”. O sea, conversábamos esas cosas, teníamos sensación de que se podía hacer, no sé si son los sueños de hoy, pero nosotros soñábamos esas cosas y cómo podíamos aportar al desarrollo del pueblo. Bueno, la universidad va teniendo otras posibilidades, pero sí, por ejemplo el trabajo del bioquímico que nos daba clases en el colegio y lo que él nos enseñaba y demás, nos abrió el entusiasmo a mucho. También, qué sé yo, mi hermano que estudió medicina, el médico que nos daba clase también el hombre nos entusiasmaba con sus cuentos, con sus relatos, entonces fueron para nosotros importantes, por eso el nombre del laboratorio es el nombre de mi profesor de química del colegio, que nos entusiasmó con lo que él hacía.
Qué bonito ese relato de esa pasión que impregnaron los más grandes en los más chicos.
Es que yo siempre digo que nosotros somos lo que somos porque estamos parados arriba de los hombros de gigantes. Si estos gigantes no nos hubieran aguantado, nosotros estaríamos abajito.
Usted me cuenta, era de un pueblo pequeño, después fue a estudiar a la universidad, ¿Cómo llega a Antofagasta, incluso viniendo de otro país, a una región que inicialmente no es Santiago? ¿Cómo fue ese traslado desde allá para acá?
Yo cuando terminé de estudiar bioquímica, entré a una congregación religiosa ya fui religiosa durante 18 años. Después, cuando entré a la congregación, primero trabajé en un hospital, las hermanas me pidieron que trabajara de bioquímica en un hospital. Y después cuando empecé el noviciado me pidieron que estudiara teología. La congregación, una congregación pequeña argentina, vino a Antofagasta para hacerse cargo y aportar en la fundación de la Universidad Católica del Norte en los años 50, entonces las hermanas que estaban viviendo acá, algunas ya estaban mayores, estaban jubilando de la universidad, y necesitaban que alguien viniera, que alguien más joven viniera a formar parte de la comunidad. Cuando terminé la teología, que fueron ocho años de estudio, me pidieron las hermanas que viniera y ahí me vengo para acá. Les pedí venirme en bus porque yo quería vivir cada kilómetro desde Argentina. Entonces acá me presenté a trabajar, a pedir trabajo como profesora de teología, trabajé acá durante cinco o seis años como profesora de teología, profesora de estos ramos que son de formación general de los estudiantes. Cuando yo decidí salir de la congregación, necesitaba vivir de algo, lo que tenía yo era mi profesión, pero acá los bioquímicos nos servíamos para mucho. Era Antofagasta, o sea, estaban los tecnólogos médicos, pero el currículum nuestro de bioquímicos era como demasiado para lo que había que hacer, y no conseguía mucho. Pero bueno conseguí trabajo de cocinera, cociné un tiempo, fui ayudante de cocina en el Club de Yates, después me ofrecieron ser secretaria de una constructora, les programé todo el sistema de las imposiciones, con lo que me había enseñado uno de mis exalumnos en programación, y yo después ya había pedido un permiso sin goce de sueldo, volví a la universidad y traté de empezar a ver qué hacía. Ya antes habíamos empezado con algunos colegas que sabían que yo era bioquímica, para trabajar a ver si podíamos hacer algo en el tema de biominería, habíamos iniciado algunas conversaciones, visitado alguna mina, pero cuando volví traté de generar un proyecto. Y al principio nos otorgaron un proyecto pequeñito, después fuimos tratando de generar fondos nacionales, eso si con dificultades internas de acá de la universidad porque yo no estaba contratada, entonces era más difícil pedir permisos.
Y las burocracias propias que tienen también las universidades, me imagino.
Sí, sí, fundamentalmente. Pero bueno, la fui peleando hasta que fui consiguiendo, o sea, tuve que plantarme en algunos casos, por ejemplo, una vez no me pagaban unas cuestiones, entonces dije, “Bueno, ¿Hay que entregar el informe?” “Sí, hay que entregar el informe”, “Yo lo tengo listo, pero no lo voy a entregar hasta que ustedes no me paguen”. Cosas así las tuve que hacer, o sea, si uno sabe lo que está haciendo, que lo que hizo está bien y demás, tiene que saber exigir lo que le corresponde, esas cosas hay que hacerlas. Después, por ejemplo, en un proyecto de Codelco, nos costó una vez, ellos querían que yo le entregara unos protocolos, el señor era un señor enorme y con un vozarrón así imponente, y yo chiquitita, y quería que yo le entregara unos protocolos de un procedimiento que nosotros habíamos desarrollado. Eso era un proyecto de 400 millones de pesos, era grande, para nosotros era importante, y yo le dije que no, que yo ese procedimiento no se lo entregaba, era nuestro, estábamos participando en conjunto, pero este desarrollo yo lo hice antes de que fuéramos socios, yo lo estoy aportando, entonces yo no se lo entrego, o sea, es mío. Y yo me mantuve nomás firme y nos cerraron el proyecto, pero no se los di, no se lo di. Y eso significó que después me encontraba con gente de Codelco y me decían “Ah, fuiste tú la que dijiste”
Quedó marcada
Marcada, pero me planté. Hay otras empresas, para no poner nombres, tienden a tomar los desarrollos de otros, y hay que plantarse nomás, hay que decirlo, aunque a uno el tiemblen un poquito las piernitas, hay que decirlo. Esa es más o menos mi trayectoria.
La siguiente pregunta va para dos lados. Es revisar acontecimientos que a usted la hayan marcado a lo largo de su trayectoria, que sean un antes y un después, que sea como un momento de “Uf, valió la pena”, positivamente hablando. Y en otro, al revés, que haya habido algún sinsabor, algo que la marcó en forma negativa durante su carrera.
Bueno, a ver, para contar algo. Cuando nosotros empezamos a trabajar en el tema de minería nos costó mucho porque había que sacar el ADN de soluciones ácidas de roca en un ambiente tóxico. Nos costó harto, pero al final conseguimos después de mucho tiempo, más de tres años, tener resultados interesantes y un ambiente minero interesante, que era un conocimiento que no estaba, nadie había tenido un resultado como ese de un ambiente real. Un día fui a un congreso y puse ahí mi poster, y al lado mío estaba el poster de un científico australiano, y la técnica, las imágenes se veían nítidas pero nítidas, y las mías estaban todas chorreadas. Entonces yo miro al australiano, lo miro y le digo “Pero qué linda su técnica”, y me dijo “Si, mi técnica es más pulida pero sus muestras son mucho más interesantes”. Claro porque él las había hecho en laboratorio, mientras que yo había sacado las muestras de la misma pila, en terreno. Cuando llegamos a tener una publicación igual, la tenía lista para mandarla, le consulté a una científica de Estados Unidos que es como la madre de la biolixiviación a nivel mundial, y le pregunto ¿Le parece a usted que esta publicación sería interesante para la revista en la que usted está en el comité editorial? “Claro Cecilia, si, esto es lo que estamos esperando, ese tipo de resultados es lo que estamos esperando”. Ella ya había visto otras cosas que yo había hecho, la cosa es que mando la publicación a la revista y me dicen que no, que no la aceptan, entonces acomodé la publicación y la mandé a otra revista, y me escribe un mail esta científica “Y que Cecilia que eso no se hace, no se manda una publicación a dos revistas al mismo tiempo ¿Cómo se le ocurre?”, y me manda un testamento, indignada, pero que ella me retara a mí me tenía en la gloria, yo era alguien, me estaban retando, y bueno yo no tenía culpa tampoco. Eso es chiquitito pero para mí era un inicio, yo empezaba a ser alguien, mis resultados eran importantes, es lo que yo digo, es la magia de los resultados, uno empieza a ser alguien, y yo creo que a cualquiera que empieza le puede pasar. Pero ese hecho de que esta mujer me hubiera retado, para mí fue un logro inmenso que me cambió, me cambió del antes al después.
¿Y por el otro lado?
Decepciones he tenido muchas, muchísimas… ¿Cuál te puedo contar? Hay cosas que me hicieron llorar mucho, que me han dado mucha pena. Cuando nosotros terminamos este proyecto con Codelco, el mismo que te cuento, eso generó una empresa que se llamaba Bio Sigma, y ellos se dedicaban al tema de la biominería. Cuando empezamos ese proyecto vino gente de Bio Sigma a nuestro laboratorio a aprender a trabajar, porque acá ya teníamos las técnicas implementadas, y vinieron a aprender. Y después cuando yo presentaba proyectos a la Corfo para hacer trabajos en Biominería me decían que no, que eso lo hacía Bio Sigma y que no podíamos tener duplicidad con lo que hacía Bio Sigma, cuando nosotros habíamos empezado a trabajar antes que Bio Sigma, ellos estaban localizados en Colina. Yo eso se lo dije a mucha gente, y una directiva de Corfo en Biotecnología me dijo una vez “Cecilia, son decisiones políticas, no pelees”. Y tengo guardaditas las cartas donde dicen por escrito que eso es duplicidad con Bio Sigma, y yo tenía que justificar que lo nuestro no fuera duplicidad cuando ellos empezaron después. Esas cosas de decisiones políticas las encuentro tan desubicadas, con tan poco sentido del territorio y de los esfuerzos que se hacen, realmente para mí fueron y son, porque siguen existiendo, decepcionantes. Son decepcionantes porque uno lucha por hacer algo mejor, y con harto sacrificio que lo hacemos, y que decisiones así de alguien que a veces ni siquiera tiene idea de lo que estás haciendo, da mucha frustración.
Me imagino, además no es lo mismo hacer desde regiones, hablábamos antes de esa dificultad adicional que tiene hacer desde el territorio.
Una cosa chiquita también, me acordé. Una vez hicimos un proyecto que era de colaboración con Estados Unidos y teníamos que trabajar con los colegas de allá, preguntarles si querían participar con nosotros, cómo lo hacíamos, escribir la propuesta, hacer todo el trabajo de las cartas del inglés para acá. Entonces, bueno, presentamos el proyecto y nos ponen que estaba fuera de base. Fuera de base porque en un signo de pregunta que había en un costadito de la plataforma, que uno si no tiene preguntas no tiene para qué verlo, decía que los currículos tenían que ir todos juntos, uno abajo de otro. Yo los subí todos, pero el sistema como reconocía un solo archivo recibió uno nomás, los otros no los recibió porque no lo pusimos todos juntos. Yo apelé y dije, eso no está en las bases, no estaba en el formulario, estaba solamente en una cosita ahí y que no para qué abrirla, porque si vos no tenés preguntas, ¿Para qué abrirla? Apelé y no me contestaron. Y me fui a Anid, en ese tiempo había cambiado recién de Conocyt a Anid, y en Conicyt uno entraba como Pancho por su casa, era un edificio viejo donde todos nos conocíamos, pero acá no se podía entrar si no tenías permiso, llego y me dice el guardia “¿Y tiene hora?” “No tengo hora, pero necesito hablar con alguien que me atienda de tal y cual división” “Pero no tiene hora” “No, no tengo una hora” “¿Y por qué no tiene?” “Porque no me contestaron la carta”, y no me dejaron entrar. Salí con una rabia, me fui del edificio, llegué a la esquina pero no, me devolví y dije “Deme el libro de quejas”, que no estaba, que no sabían, y al final me lo trajeron, y yo escribi. Después de una semana me contestaron igual que no aceptaron mi reclamo. Al año siguiente cuando volvieron a presentar el instrumento vinieron para acá a explicarlo y me pidieron disculpas, pero son disculpas que ya no servían para nada, además yo digo ¿Cómo se pueden hacer tan poco cómplices? Porque uno, si yo hice todo el esfuerzo de generar la relación, imagínate cómo quedamos ante los otros países, o sea, te hacen quedar como un país más subdesarrollado de lo que somos.
Claro, y en realidad no era un tema relevante, no era algo de fondo del proyecto, era netamente de forma.
Totalmente, y termino con esto, una vez me tocó ir a una celebración donde celebraban las adjudicaciones de proyectos Fondef, y como nosotros habíamos ganado uno, fui a la celebración. Estaba al lado del director actual de Fodef y el que se había ido. Y el que se había ido le pregunta al actual ¿Cómo te fue con la postulación? ¿Cuántos dejaste fuera de base?, y el otro tipo “Si, bien, dejé un montón”. Y a mí me dio una rabia, ¿Cómo se les ocurre, les digo, festejar lo que deja fuera de base? ¿Que muchas veces son puras cosas formales, tontas? Se pierden proyectos buenos por una cuestión así. Y se los dije, ¿Cómo se van a felicitar por eso? Por eso yo creo que tendrían que ser más cómplices, no es ni el logro de ellos ni el logro nuestro, es el logro del país el que tenemos que buscar, y con esas tonteras ¿Cómo vamos a conseguir avanzar? Pero tenemos que pelear, tenemos que pelearla porque si no, no somos más. Tenemos que llevar adelante una sociedad, un país, y no podemos si tiramos cada uno para su lado.
Me van quedando dos temas. El primero es cómo siente usted que ha sido el desarrollo de las mujeres y la ciencia en el último tiempo, ¿Cómo siente que el día de hoy están posicionadas las mujeres en la ciencia?
Yo creo que estamos posicionadas como cada una quiere.
No sé, a ver cómo explicar esas cosas que son nuestras, el período, las hemos vivido toda la vida, no es que sea más complicada en la ciencia que en el trabajo de la señora que trabaja en la casa, que en el trabajo de cualquier otra mujer. No veo que sea una complicación tan terrible. El ser madre sí es un poco distinto, tenemos algunos problemas de cuidado, de atenciones, de culpas, porque nos cargan las culpas y qué sé yo qué, pero tenemos unas satisfacciones enormes que nos llevan adelante también y nos empujan, o sea, que no la tiene cualquiera, no sé, son problemas, pero también son motores. Yo desde el nacimiento de mi hija las cosas uno las hace con otra ilusión también, me parece que hay que pensarla también del otro lado, del lado de lo que te aporta la maternidad también, no solamente de lo que te restringe, que en definitiva después esas cosas ni te acuerdas.
¿Siente que todavía quedan campos muy masculinizados? ¿Qué quizá antes era más complejo introducirse en ciertas áreas?
Si, acá tienes que plantearte en todo. Acá en el trabajo una vez un tipo me dijo que yo tenía varios problemas, “No estás contratada, no eres mujer y además eres argentina”. Si que cuesta, cuesta, pero no sé, yo creo que uno con suficiente autoridad que plantarse entre las cosas, pero hay decisiones que sí se toman por quien es uno, y en muchos casos por ser mujer. Pero yo siempre he dicho que en Antofagasta sufrimos más el tema del centralismo que el hecho de ser mujer, y eso es algo que tenemos que pelearla más. Mi foco es cómo hacemos la descentralización, que me parece que es fundamental para hombres y para mujeres.
Y ya pasando a la última pregunta. ¿Qué mensaje le dejaría usted a esas futuras generaciones que están pensando en una carrera científica, que les gusta la ciencia, que les atrae, que incluso desde niños andan ahí metidos entre las placitas buscando insectos y que se interesan en el mundo de la ciencia? ¿Cuál es su mensaje para ellos?
Que se entusiasmen, que lean, que busquen, que traten de conocer, traten de alguna manera de llegar donde haya alguien que está haciendo algo parecido que a ellos les guste, para que se puedan ir imaginando cómo podría ser su futura carrera. Porque siempre que uno ve algo, y ojalá sea alguien más local, porque uno lo puede mirar de la tele, ve un premio Nobel o qué sé yo, y le parece que es lejano, que no puede llegar, pero si es la vecina que está al lado tuyo, en tu casa, y también está en la universidad, es un poquito más cercano, entonces uno puede tener más cercanía y puede imaginarse cómo puede ser su desarrollo, que busquen toda oportunidad. A mi me ha pasado con algunos colegas que me dicen “Mi hija tiene ganas de ser biotecnóloga ¿La puedo llevar al laboratorio para que vea?” Y yo encantada. Hay pibes que llegan con sus papás o ellos mismos arrastrando a los papás, pero llegan también, esas cosas uno también las puede hacer. Me parece que la posibilidad de ver a otros que hacen cosas parecidas a los que ellos se imaginan que podría ser su vida de científico o científica, me parece que puede ser bueno, y por ejemplo, todo el trabajo que hace acá el mismo Delta, o los programas, estos por ejemplo que tiene Escondida y otros más para mujeres en ciencia, me parece que pueden ser interesantes. Lo que sí tenemos que pensar que muchas veces uno piensa que las mineras necesitan a las mujeres en ciencia, pero en ciencia más de ingeniería. También deberían incentivar las mujeres en ciencia en todos los ámbitos, porque las necesitamos en todos los ámbitos, no solo en minería.





















